Capítulo 1

2.4K 180 8
                                    

Charles

Los gritos de la gente pidiendo mi atención siempre me hacía sonreír. No se si tenía que ver con el simple hecho de pertenecer a Ferrari, pero los fans, sobre todo los niños, le hacen un bien a mi ego. Y es algo que ahora más que nunca necesito un día de carrera como hoy.

Siete carreras. Siete malditas carreras donde mi mejor resultado fue un quinto lugar y tuve tres abandonos. Y la gente me cuestiona por el hecho de que a Carlos le está yendo bien con resultados buenos, incluido dos podios. Pero llegar a la victoria hoy en día para nosotros es un sueño. Nuestro Ferrari es inferior al Red Bull de Max y Checo y entre ellos se reparten el 1-2. Suspiro frustrado porque también tuve mi cuota de responsabilidad. La presión que tengo encima es una que jamás esperé sentir y me está pasando factura. Me froto mi hombro derecho por sobre mi mono para calmar un poco el dolor.

—Oye Charles —escucho a mis espaldas la voz de uno de suplicios hoy en día, Max —. ¿Te encuentras bien?

Simplemente lo miro notando la preocupación en su rostro. En estos años que llevo en la máxima categoría, Verstappen se convirtió en más que un amigo. Es alguien en quien podía confiar que iba a escuchar mis inseguridades y problemas y no lo iba a usar en mi contra en la pista, ya sea por honestidad o porque no lo necesitaba, no importa. Y, para sorpresa de nadie, encabeza por ahora la tabla de posiciones y parece que va por otro campeonato. Si, así como lees, otro. Hay quienes sostienen que debería odiarlo, revivir esa enemistad que teníamos de niños. Pero no me salía hacerlo ya que en estos años se convirtió en un amigo.

—Si Max, solo un poco estresado —confieso —. Esto es difícil y la gente parece que espera que siga equivocándome.

—Te entiendo —me contesta apoyando su brazo en mi hombro sano —, me pasa lo mismo. Sólo que esperan a que me equivoque para atacarme.

—¿El gran Max Verstappen cometiendo un error? ¡Imposible! -esto hace que me de un suave empujón mientras reía.

—No seas tonto, Leclerc. Pero en serio, estamos en Italia y aquí respiran por Ferrari. No es Monza como a ti te gusta, pero tú y Carlos siguen siendo locales —me da un golpe en la espalda para caminar hacia su garaje —. Aprovecha que pusieron mejoras a tu auto y trata de ganar esta carrera, ¿quieres? Además sales detrás de mí. Estoy seguro que puedes darme pelea.

Y así lo vi dirigirse hacia donde estaban sus mecánicos, donde ya uno de ellos le pasó su casco y comenzó a ponérselo. Alguien llamó diciendo que en unos minutos tenía que estar arriba de mi monoplaza para comenzar la carrera. Emilia Romagna estaba a la espera.

***

Creo que nadie en esta parrilla puede describir lo que se siente en los segundos previos a comenzar la carrera. La adrenalina de tener el pie en el acelerador, pensar en como nuestros compañeros van a arrancar, si alguno se equivoca provocando un accidente, el semáforo marcando el inicio de la carrera. Es como una droga que me doy el lujo de disfrutar los fines de semana de carrera. Aún así somos mi auto y yo, los demás pilotos son simples obstáculos. La carrera avanza a velocidades impensadas para cualquier persona, pero lo suficiente para que podamos adelantarnos entre nosotros y analizar qué podemos hacer.

Ahora súmenle la lluvia que estaba cayendo. Esto solo lo hacía más emocionante.

Max encabeza la carrera con un George Russell demasiado cerca para su propio bien y luego yo a unos metros. Verstappen correría peligro una vez nos dejen usar el DRS y no solo por el Mercedes, sino que también iba a poder adelantarlo si hacía bien las cosas, como no dejarme pasar por un Checo que me estaba respirando en la nuca. Pero ignoro ese pensamiento para concentrarme. En estos momentos donde la visibilidad era más reducida, la concentración era mi gran aliada.

Llegamos a la tercera vuelta y, con ello, la autorización de adelantar con este sistema aerodinámico que más de uno quisiera probar. Trato de acelerar cuidando la degradación de las ruedas, pero no me queda otra que hacerlo si quiero adelantar a un Russell que está cada vez más pegado a Max. Pero el aire se va de mis pulmones cuando pasamos la curva 7.

En un intento de adelantarlo desde adentro de la pista, George golpea a Max enviándolo fuera de la pista con el auto dando vueltas mientras el Mercedes queda trompeando, viéndome en la obligación de esquivarlo, algo que logré por poco ya que mi vista no salía del Red Bull casi irreconocible que quedó fuera de juego.

—Safety car, Charles —suena la voz de Fréderic desde la radio —. Box.

—¿Cómo está Max? —cuestiono sin pensarlo. En estos momentos no me importaban las estrategias.

—Por el momento no tengo información, pero quedamos a confirmar.

Me sentía sin aire recordando el estado del auto de Max. Pero mi pensamientos se nublaron con el nuevo anuncio.

—Bandera roja. Aún no tengo noticias más que el abandono de George.

Con la velocidad justa, volví seguido por mis compañeros a boxes. Una vez estacionado, me obligaron a salir pese a mis nulas ganas de hacerlo. Vi a los mecánicos cambiar mis ruedas mientras yo no me movía pese a la lluvia que seguía cayendo. Hubiera seguido así de no ser que noté la llegada del inglés a los pits, por lo que me acerqué sin dudarlo al garaje de su equipo.

—¿Qué carajo quisiste hacer ahí, Russell? —apunté de forma disimulada. Lo que menos quería era a los medios metiendo sus narices donde no correspondía —. Pudiste matarlo.

—No es como si mi actividad favorita sea golpear a otros pilotos y abandonar, amigo. Además ni siquiera Sergio vino en mi contra. ¿Con qué autoridad vienes tú a cuestionarme? —tenía un punto, pero mi ira no se calmaba.

—No sé George, pero si choco al menos solo me perjudiqué a mí mismo. Deberías aprender eso —y sin más, me giré y me fui al garaje de Red Bull a buscar respuestas.

***

La carrera finalizó con victoria de Checo. No tenía que hacer contra su Red Bull, además mi cabeza estaba en cualquier lado.

Para qué mentir. Estaba en Max.

"Está bien. Perdió el conocimiento unos minutos y tiene golpes, pero está bien" me dijo Christian cuando me acerqué a preguntar para luego agradecerme y prometerme que le pedirían a Fréderic que avise cualquier novedad. Novedad que jamás llegó.

La animosidad de la sala de enfriamiento fue nula, sobre todo por las repeticiones del accidente. Ya en el podio celebramos un poco más junto a Fernando. Durante la entrevista siguieron con las preguntas pese a las indirectas que daba de que no quería hablar del tema. Fue agotador terminar con todos los protocolos, por lo que no fue sorpresa mi habitación de hotel y no pude hacer más que tirarme en la cama.

"Solo sufrió unos golpes" me repetí.

No entendía por qué me había afectado tanto. No es como si Max no se hubiera accidentado antes, pero no podía sacármelo de la cabeza y el diálogo que tuvimos previo a la carrera.

"Él está bien" fue lo que me dije mientras me levantaba, agarraba mis cosas y salía en búsqueda del auto de alquiler que tenía a mi disposición.

Necesito ver con mis propios ojos que está bien.

Que Sea Un SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora