Capítulo 20

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Max

El sonido de la alarma invade mi sueño libre de preocupaciones en el que estaba, por lo que me quejo y me acurruco más al calor de la persona que está al lado mío.

-Max -acaricia mi cabello con la mano del brazo que tengo aprisionado con mi cabeza - Max -aferro mi brazo a su abdomen y enredo mis piernas a la suya con la fuerza suficiente para que no le sea difícil escapar, haciéndolo reír -. ¡Max! Tengo que irme.

-No, no te vayas -digo sin abrir los ojos.

-No es como que tenga ganas de hacerlo, pero tengo que ir a mi casa y de ahí al aeropuerto -continúa acariciando mi cabeza.

-Ferrari puede esperar un día más.

-Sí, no creo que el equipo opine igual -saca su brazo que usaba como almohada haciendo que al fin abra los ojos y vea a Charles luchando por zafarse de mi agarre.

Luego de la entrevista que tuvimos en Italia, pudimos mantener la calma respecto a las especulaciones sobre nuestra relación. Por suerte, ante el público, eran meras especulaciones y nadie cuestionó al respecto aún. Además, la cuenta que nos sacó a la luz se mantuvo en silencio y no sumó más fotos nuestras. Tal vez se le acabaron las fotos o la información, pero todos seguimos atentos al respecto. Pero las fotos que sí salieron fueron las que Lando subió de nuestra salida al mar y la mía con Frédéric y Charles en Maranello, que debo aclarar trajo teorías de mi salida de Red Bull haciendo que Chris pida por un minuto mi cabeza debido a las publicaciones de los medios deportivos.

De eso ya habían pasado tres días y Charles tenía que viajar primero a Italia para probar unas mejoras del monoplaza, contrario a mí que debía salir directo a Singapur. Pero ayer tuvimos un largo día en el que comenzamos yendo a comer a la casa de su familia, luego Lando nos invitó junto a George a hacer ejercicio. Luego vinimos a mi casa, donde se sumó Alex, a jugar videojuegos y terminamos en una misión de rescate ya que Jimmy quedó atrapado en el techo y no quería bajar. Luego de que se fueron, Charles y yo fuimos a bañarnos y pasamos el rato aquí en la cama, motivo por el que terminamos durmiendo totalmente desnudos.

Y el motivo por el que nuestra pequeña pelea hizo que los roces nos motivaron más de lo necesario.

-Max -gimió cuando mi pene hacía fricción entre sus piernas mientras una de mis manos acariciaba en ida y vuelta desde su pecho al abdomen, rozando peligrosamente donde su dureza busca atención. Mis labios dejan besos repartidos en su espalda disfrutando de su suavidad y de los gimoteos que salen de su boca -. Max, por favor, te necesito.

Y eso fue todo. Con la mano que lo acariciaba enganche su rodilla y la elevé a la altura del abdomen para levantar su cadera e inclinar su espalda para apoyar su pecho en la cama. Ya totalmente dominado por el éxtasis, acaricio su dureza pese a la incomodidad haciéndolo suspirar con fuerza. Mi miembro, por otro lado, seguía friccionando ahora tentadoramente cerca de su entrada.

Incapaz a esperar más, me dejó llevar y escupo en mi mano para lubricarlo un poco y, finalmente, penetrarlo. El gemido que liberó fue tan fuerte que me habría asustado de no ser porque lo acompañó con un largo "si" y pidiendo más, por lo que se lo di. Mis caderas empezaron a moverse con brusquedad sabiendo que le estaba gustando, así que elevé el nivel de agresividad un poco más para ir tanteando el terreno y usé su cabello como un ancla al que debía sujetarme. Mi otra mano se clavó con fuerza en su cadera a sabiendas que podía dejarle marcas y no me importaba, no mientras él no me detuviera.

-Más fuerte, se siente muy bien -protestó -. Por favor, Max.

-Mierda -gemí y mordí su hombro con fuerza y luego bese con la misma intensidad partes de su espalda antes de ponerme de rodillas, elevando su cadera a la altura de la mía y así poder continuar penetrándolo con igual energía. Y mi mano jamás se alejó de su cabello sino lo opuesto, tiré de él con la suficiente fuerza para que lo disfrute.

Que Sea Un SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora