Chapter 4

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Estaba en el baño, con una camiseta de ropa interior y mis pantalones al nivel de mis rodillas, al borde de la hiperventilación. Jimin estaba al otro lado de la puerta, era como si fuera un imán. Mi corazón seguía tratando de salir hacia afuera de mi pecho, cuando él dijo que necesitaba quitarme mis capris y que evitara usar ropa ajustada sobre la quemadura por un tiempo. Hasta se ofreció a ayudarme a quitar el pantalón, pero eso me hizo sentir como si fuera a vomitar otra vez. Así que en vez de eso, empecé a menearme para quitármelos por mí mismo, tratando, y fallando, de mantener la tela lejos, para que no tocara mi dañada piel. 

Deslicé el pantalón un poco más abajo y mordí mi labio para tratar de silenciar un gemido. 

—¿Jungkook? —Jimin golpeó ligeramente la puerta—. ¿Estás bien? 

—¡Estupendo! —dije de vuelta. 

Tiré los pantalones de nuevo y jadeé. 

—Jungkook, sólo déjame ayudarte. Me estás preocupando.

Cerré mis ojos, tratando de pensar una manera de evitar esto.

Cojeando torpemente con mis pantalones alrededor de mis rodillas, encontré una toalla en mi cesto. La envolví alrededor de mi cintura para cubrir mi ropa interior, y luego me senté en el inodoro. 

Estaba seguro que mis mejillas estaban probablemente de un tono humillantemente rojo. Ahora no podía hacer nada al respecto. 

—Bien. Entra. 

La puerta se abrió lentamente, y la cabeza de Jimin se asomó por la esquina, seguida por el resto de su cuerpo. Le echó un vistazo a mi toalla arrugada, y a mis pantalones agrupados en mis rodillas. 

Entonces él rió. Una estridente risa, en realidad. 

—Esto es tan humillante.

¿Cómo iba a poder tener sexo con él ahora? Apretó sus labios para contener la risa, pero la diversión seguía bailando en sus ojos. 

—Lo siento. Sé que te duele. Sólo te ves tan... 

—¿Ridículo? 

—Bonito. 

Le di una mirada honesta. 

—Ridículamente bonito. 

Su risa era intoxicante, y no pude evitar sonreír a regañadientes. 

—Está bien. Ahora que te has reído, ayúdame a sacarme los pantalones —dije con el mismo sarcasmo con el que había estado apoyándome desde que él entró. 

O no captó el sarcasmo o sólo no le importó, porque sus ojos se fijaron en mi de una manera que solo podría describir como completamente depredadora.

De pronto, algo más que mi pierna estaba ardiendo. 

Me miró por un momento antes de bajar los ojos y se aclaró la garganta. Arrodillándose junto a mí y tomando mi pierna entre sus manos. 

Yo ya había empezado a bajar los capris, así que la quemadura estaba casi cubierta. Él aclaró su garganta otra vez y luego deslizó su mano por una pierna del pantalón. 

ATAQUE. AL. CORAZÓN. 

Estaba bastante seguro de que estaba teniendo uno. 

Usando su otra mano bajó mis pantalones hasta debajo de mis rodillas y me miró, aclarando su garganta otra vez, y dijo: —¿Me das tu mano? Mantén tu mano aquí, y tira de la tela tan lejos de tu pierna como puedas. Voy a hacer lo mismo en la parte de adentro, así trataremos de sacártelo sin tocar la quemadura. 

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒆𝒏𝒅𝒐𝒍𝒐 | 𝑱𝒊𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora