Chapter 24

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A eso de las cuatro de la mañana me despierto en un charco de sudor, mi cuerpo está pegado a las sabanas y mi cara pegada a la cama. 

Supongo que la fiebre se ha ido definitivamente. 

Pongo mis manos sobre la cama y hago un esfuerzo por levantarme, pero mi equilibrio debe haber sido apagado. Mi cama se siente desigual. 

Lo intento de nuevo, buscando a tientas la lámpara y enciendo la luz. Entonces pienso que estoy viendo cosas, la apago y la vuelvo a encender. Me pellizco. Me pellizco muy fuerte. Pero nada cambia.

Jimin definitivamente está dormido en mi cama. 

Mierda 

Mierda. 

¿Qué parte de mi fiebre inducida por el sueño era real? Me siento seguro al asumir que mi tiempo siendo una abeja era ficción, así como algunos animales mitológicos que te juro que había visto. Cuando yo estaba viviendo en el sol con extraterrestres. 

Pero Jimin estaba en mi cama. Definitivamente había estado en mis sueños, pero no todo podía ser real. A veces el voló y gran parte del tiempo estaba desnudo. Y había más de una docena de momentos, algunos difusos y otros muy claros. ¿Dónde estaba el límite? ¿Qué había ocurrido realmente? Demonios, ¿era esto incluso real? Tal vez estaba soñando que mi fiebre se había ido. Me estaba volviendo loco y antes de que tuviera la sensación de mi mente para poder formular un plan, yo ya estaba sacudiéndolo a él para despertarlo. 

Estaba con los ojos llorosos y hermosos. Me llamó la atención por un momento el hecho de que él estaba durmiendo en mi almohada. 

Estaba en mi cama. Conmigo. 

Durmiendo. 

¡Estábamos durmiendo juntos!

—Estás despierto. —Dios, ¿desde cuándo aturdido y magnífico van tan bien juntos? Con los ojos abiertos asiento con la cabeza, después de haber pensado en lo que le diría cuando estuviera despierto. —¿Cómo te sientes? 

Qué podía responder. 

—Al igual que la mierda. Me duele todo. Mi garganta es lo peor. 

Extiende su mano y la pone sobre mi muslo. Como si eso fuera normal. Como si nosotros pusiéramos nuestras manos sobre los muslos del otro todo el tiempo. 

—Eso es normal, creo —dijo. ¿El muslo? No, no...mi garganta. Y continúa: —¿Necesitas algo? 

Negué con la cabeza. ¿Qué demonios había pasado mientras yo estaba tan fuera de mí? 

Se sentó, y la sabana cayó alrededor de su cintura, dejando al descubierto todo su torso ante mis ojos. La sabana caía alrededor de sus caderas, dejando ante mis ojos los músculos que desaparecían hacia abajo, en sus pantalones cortos. Dios. Su mano fue hacia mi cabello, el cual caía lacio y grasiento contra mi cara, un claro contraste con lo bien que se veía él en estos momentos. No parecía importarle. 

Una vez más, ¿qué diablos estaba pasando? 

—Me alegro de que estés bien —dijo. 

Asentí con la cabeza. Asentir con la cabeza era todo lo que sabía hacer, lo único que podía entender. Asentir con la cabeza, por lo menos, todavía tenía sentido. 

—Tienes que dormir. Tú todavía necesitas descansar. ¿A menos que tengas hambre? 

Negué con la cabeza. 

—Entonces, duerme. 

Me dio un empujoncito y bajé mi cuerpo poco a poco, seguro de que en cuanto mi cabeza estuviera en la almohada, este universo alternativo dejaría de existir. 

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒆𝒏𝒅𝒐𝒍𝒐 | 𝑱𝒊𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora