Lucrecia Williams

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Me desperté con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas de mi habitación. El despertador seguía sonando, pero mi mano rápidamente lo silenció. Suspiré mientras me estiraba y me sentaba en la cama, preparándome para enfrentar otro día más de mi vida.

Bajé las escaleras y me encontré con mis padres en la cocina. Papá estaba absorto en su celular y mamá preparaba el desayuno sin dirigirme una sola mirada. Los saludé con una voz apagada y me senté a desayunar en silencio.

Lucrecia: Buenos días.

Padre: Mmm... Buenos días.

Madre: (sin alzar la mirada) Buenos días, Lucrecia.

Verdaderamente no había un motivo por el cual mis padres y yo no teníamos mucha comunicación, sin embargo no significaba que nuestra relación era mala, de hecho nos amamos mucho.

Llegué al colegio y allí es donde realmente comienza la acción. Apenas puse un pie en el patio, vi a Theo, mi novio, esperándome junto a nuestros casilleros. Su sonrisa era tan sincera, aunque en mi interior había un leve sentimiento de inquietud.

Theo: Hola, Lu. Cómo estás?

Lucrecia: Hola, Theo. Bien, hoy tengo un examen.

Theo: Estás rara últimamente Lu, está todo bien?

Lucrecia: Si todo bien, no se, son los días supongo amor.

Antes de que pudiéramos irnos juntos, nos cruzamos con Julia. No pude evitar fruncir el ceño mientras intercambiábamos miradas llenas de desprecio. No sé cuál es el problema entre nosotras, pero simplemente no podemos soportarnos.

Julia: (con una sonrisa burlona) Lucrecia, siempre tan modesta (sarcástica). ¿No tienes nada mejor que hacer?

Lucrecia: (entre dientes) Cada vez que hablas reafirmo en mi opinión sobre vos.

Theo: Vamos, Lu, no perdamos tiempo con ella. Hay mejores cosas en las que enfocarnos.

Finalmente, mis amigas Emily, Karen y Sophia se acercaron a mí. Nos saludamos con abrazos y risas. El ambiente se volvió mucho más alegre en su presencia. Juntas, nos dirigimos a nuestra clase de matemáticas, donde nos esperaba un examen.

Emily: Cómo estás amiga?

Lucrecia: Bien, estaba con Theo hace un rato

Karen: Como va lo de ustedes?

Sophia: Si, como estuvieron en el verano?

Lucrecia no dice nada pero se le escapa una sonrisa traviesa

Karen: Ya sabía

Sophia: Lo hicieron, no?

Lucrecia: Si, igual no me gusta hablar mucho

Emily: Sabemos, pero, estuvo bien?

Sophia: Del 1 al 10?

Lucrecia: Estuvo bien, esta conversación termina acá. (Dice fingiendo seriedad)

El examen fue un desafío, pero me sentí confiada mientras resolvía los problemas. Sabía que había estudiado lo suficiente y eso me tranquilizaba. Al finalizar, salí del aula con una sensación de logro.

A medida que caminaba por los pasillos del colegio, me topé con conocidos, como Allison, alguien que solía ser mi amiga, se acercó con una mirada nostálgica, pero su compañía no era muy buena.

Al contrario de decirnos algo simplemente nos miramos mientras ella pasaba al lado mío. Supongo que así son las cosas ahora.

Fue extraño ver que caminaba junto a su novio, Jason, quien resultaba ser el exnovio de mi amiga Sophia. Observé la situación con cierta ironía y compartí una mirada cómplice con Sophia, transmitiéndole mi apoyo silencioso.

Lucrecia: Y estos? desde cuando están juntos?

Sophia: No tengo idea, pero quieren darme celos, solo vayámonos de acá

Continué mi camino, sintiendo el cansancio acumulado del día pesando sobre mis hombros. Al llegar a casa, subí directamente a mi habitación, dejando escapar un suspiro de alivio. Me dejé caer sobre mi cama y mire mi celular en búsqueda de algún mensaje, algún like en una publicación o un nuevo seguidor en instagram.

Justo en ese momento, recordé mi logro en el examen y decidí compartirlo con mis padres. Bajé las escaleras y me dirigí hacia la sala de estar, donde los encontré relajados.

Lucrecia: Pa, Ma. Quería contarles que me saqué un 8 en el examen de matemática, que piensan?

Padre: Buen trabajo, Lu.

Madre: Estamos orgullosos y sabemos que siempre das lo mejor.

Aunque su respuesta fue un tanto templada, me reconfortó saber que valoraban mi esfuerzo. Subí de nuevo a mi habitación, sintiéndome agotada pero satisfecha. Cerré los ojos y dejé que la calma del hogar me envolviera.

Con estos pensamientos en mente, me sumergí en un reparador descanso, lista para enfrentar lo que fuera que pasase el siguiente día.

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