Hilos invisibles

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Jason se encontraba en la sala de estar, habiendo quedado a cargo de cuidar a Julia en la casa de Allison. A medida que pasaban las horas, nadie llegaba a la casa y la preocupación comenzaba a apoderarse de él. Decidió acercarse a la habitación donde se encontraba Julia para ver cómo estaba.

Jason: Hola, ¿cómo estás?

Julia: Estoy mejorando, aunque aún no recuerdo nada. ¿Y tú?

Jason se sentó en la cama junto a ella, buscando brindarle compañía.

Jason: Yo recuerdo todo por suerte. Tratando de arrancarle una sonrisa.

Julia mostró una pequeña sonrisa, dejando entrever que apreciaba su intento.

Jason: Solo quería verte sonreír, en realidad. Bromeaba.

Julia: Si, ya se. Lo siento. Es que estoy asustada, Jason.

Jason: Lo sé, pero tranquila, todo saldrá bien. Estoy aquí para cuidarte.

Jason se acercó un poco más a Julia, tratando de transmitirle su apoyo y consuelo.

Ella se acercó aún más a él y lo besó. Sin embargo, Jason se apartó repentinamente, mostrando su sorpresa.

Jason: Julia... yo...

Julia: Lo siento, es solo que me siento muy sola en este momento.

Jason la miró con una pequeña sonrisa, comprendiendo su vulnerabilidad, y finalmente cedió a la conexión entre ellos. Los dos se dejaron llevar por el impulso del momento y comenzaron a besarse. Jason le saca la remera y Julia baja el cierre del pantalón de Jason.

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Por otro lado se encontraba Lucrecia. Angustiada, se dirige a la casa de Theo en medio de una noche lluviosa y torrencial. Sabía que él necesitaba su ayuda y estaba decidida a estar a su lado en esos momentos difíciles. Al llegar, toca la puerta con una mezcla de ansiedad y ternura.

La puerta se abre lentamente y allí está Theo, con aspecto desaliñado, ojeras marcadas y los ojos enrojecidos por las lágrimas. Sin decir una palabra, Lucrecia se acerca a él y lo abraza, buscando brindarle consuelo y apoyo en aquel momento de tristeza.

Lucrecia: ¿Qué pasó, amor?

Theo, con voz entrecortada y tristeza en sus palabras: Mi mamá nos dejó, Lu.

El corazón de Lucrecia se estremece ante la noticia y su rostro refleja una profunda tristeza. Toma la mano de Theo con ternura y le asegura que estará allí para él, sin importar qué.

Lucrecia: Tranquilo, estoy aquí. Siempre estaré aquí contigo.

Theo aparta con delicadeza el cabello de Lucrecia de su rostro y la besa con suavidad, buscando encontrar algo de consuelo en su amor compartido.

Theo: Lucrecia, necesito ir al hospital a ver a August, me enteré que está mal. Pero Matilda está aquí en casa, ¿podrías quedarte con ella, aunque sea por un rato?

Lucrecia: Por supuesto, amor. Puedes contar conmigo. Estaré aquí con Matilda mientras tú vas al hospital.

La expresión de Theo se llena de gratitud y afecto hacia Lucrecia. Con un gesto tierno, le asegura que aprecia su apoyo incondicional.

Theo: Gracias por entender, Lu. Sabía que podía confiar en ti. Cuida de Matilda, por favor.

Lucrecia asiente con determinación, mostrando su compromiso y amor hacia Theo.

Lucrecia: No te preocupes, estaré aquí para Matilda. Ve al hospital y visita a August. Todo estará bien.

Theo se despide con un beso en la mejilla y se marcha, confiando en Lucrecia para cuidar de su hermana menor. Lucrecia abraza a Matilda, quien se encuentra allí presente, y se prepara para cumplir su promesa de ser una figura de apoyo y protección para ella.

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