Uno de coco y chocolate y otro de tarta de queso y mora

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Me quedé ahí unos minutos, hasta que mitigó el cansancio que atenazaba mis músculos. Pese a mi recuperación, había gastado demasiada energía y hecho demasiado esfuerzo como para continuar practicando con conjuros tan potentes, pero todavía podía hacer una cosa. Aún sonriente, cerré los ojos y apreté con fuerza la amatista, vinculada a mi elemento, mientras me concentraba. Apenas unos segundos después, mi cuerpo permanecía en la misma posición, pero elevado hasta casi el techo. Mis cabellos rojos caían, atraídos por la fuerza de la gravedad, como una cascada de sangre. Poder hacer aquello era de las cosas que más me gustaban de mi don. Al final acababa consumiéndome las energías, pero podía permanecer así durante horas, flotando, ligera, por encima de todos los problemas.


Unos nuevos golpes en la puerta ( no solía recibir tantas visitas, pero al parecer ese día todo el mundo se había puesto de acuerdo) me hicieron perder la concentración y caí a peso sobre la cama, rebotando sobre el mullido colchón. .-¿Quién es?-. pregunté sin poder ocultar una nota de fastidio en la voz. .-Sel, soy Ele, ¿estas sola?-. En ese momento, me hubiera gustado tener telequinesis para poder abrirle la puerta a mi amiga sin tener que levantarme. .-Si...Voy.- dije mentalizándome para levantarme. Le abrí la puerta y rápidamente volví a la cama, emitiendo como una especie de ronroneo al dejarme caer sobre ella. Elektra cerró la puerta al entrar y se sentó a mi lado en la cama. .-¿Estás cansada?.-preguntó con una sonrisa divertida sobre los labios. Un ruidito gutural fue mi respuesta, pero gracias a dios la escocesa me conocía perfectamente y sabía lo que aquello quería decir. .-Pues vaya...yo que venía a proponerte un vuelo....-. Gimoteé al escucharla. Como ya os he explicado, Ele era capaz de transformarse en cualquier tipo de pájaro, y como ambas podíamos volar, solíamos ir a dar largos paseos aéreos por encima de los altos pinos  que rodeaban la Academia. Volar era una de las cosas favoritas de ambas, y nos encantaba poder compartirlo, pero aquella tarde no estaba muy segura de cuanto tiempo aguantaría en el aire y prefería no arriesgarme. Me acerqué a ella, recostando mi cabeza sobre su pierna. .-Pf..... Es que he estado practicando con las dichosas figuras de fuego-. expliqué señalando el Libro .-Y me ha consumido todas las energías-. Ella asintió mientras suspiraba. Entendía perfectamente de que le estaba hablando, pues a ella le había costado mucho esfuerzo pasar el nivel del fuego, y este año las prácticas de electricidad la dejaban agotada. Mientras acariciaba, para mi placer, mi pelo propuso .-¿Y que te parece si vamos a recuperar fuerzas a la Gelatería Da Vinci?-. Abrí los ojos de par en par, con la boca hecha agua. .-¡Por supuesto! Ya sabes que a eso siempre estoy dispuesta-.respondí riendo. La Gelatería Da Vinci es la única heladería de Kilkenny, situada justo detrás del castillo, y que hace un helados para chuparse los dedos. .-Pues venga pelirroja, mueve el culo que nos vamos a por un helado.- Otra que me llamaba pelirroja...Me puse en pie rápidamente, yendo hacia mi armario y cogiendo unos vaqueros desgastados, una camiseta decorada con manchas de colores (la compré en una organización benéfica de no-mágicos) y unas zapatillas negras. En un santiamén, estaba vestida y lista para salir. Mientras bajábamos las escaleras que llevaban al piso inferior le pregunté a Ele por Maddie y Fran .-Oh, creo que se han ido a robarle comida a Mo.-comentó divertida. Pobre Mo, siempre que íbamos a verla acabábamos comiendo más de lo que pagábamos. Justo antes de atravesar la gran puerta de madera que cerraba el edificio de la Academia oí una voz, una voz que últimamente conocía mucho. .-Ten cuidado pelirroja, que luego tengo que ir a sacarte de apuros...-. Me di la vuelta y efectivamente vi al rubio guardián detrás de mi, con Eydís a unos pasos de distancia de él. "Odio los turnos de vigilancia, definitivamente". Acompañó su típica sonrisa burlona con un gesto de despedida, para luego volverse y alejarse con Eydís. Suspiré mientras Ele y yo recorríamos el paseo que nos sacaría de los terrenos del Aquelarre.


De pronto caí en que Elektra me había preguntado antes de entrar en la habitación si estaba sola, pero que no me había preguntado nada acerca de Steph. Decidí no comentarlo, quizás quisiera sacar el tema después. En pocos minutos, atravesamos la barrera mágica que protegía al Aquelarre de miradas indiscretas y nos adentramos por las serpenteantes callejuelas de la ciudad. .-Tengo una buena noticia para ti Sel.- dijo la escocesa de pronto rompiendo el silencio que nos acompañaba. .-He decidido que tenéis razón, Andrei es un caso perdido y solo me traerá problemas. Que se quedé en su burbuja de asocial rarito-. Una gran sonrisa se instaló en mis labios .-Pues me alegro un montón de oírlo. Seguro que hay un montón de chicos simpáticos, guapos y agradables por ahí que matarían por llamar la atención de esos preciosos ojos azules-. Ella me devolvió una mirada agradecida, y carraspeo con suavidad antes de volver a hablar .-Sel...Frankie ha venido a mi cuarto después de estar contigo y me ha dicho con quien estabas en la habitación.- Su tono no auguraba nada bueno. Señalé el gran letrero que rezaba el nombre de la heladería. .-¿Podemos hablar de esto con el helado en la mano?-. pregunté con voz queda. Ella asintió, y cruzamos la carretera para llegar hasta la puerta del local. La abrí y le hice un gesto a Elektra para que pasar, entrando yo justo después. Cuando mis ojos comenzaron a leer en la gran pizarra de la pared todos los tipos de helado, había más de cien, el problema de Steph pareció desvanecerse un poco. Con tantas variedades nos costó unos cuantos minutos decidirnos tan solo por dos sabores, acordando compartirlos. Yo fui a sentarme en una mesa, para guardar el sitio, y Ele pidió las consumiciones: Helado de coco y chocolate para ella y para mí de tarta de queso con mora. Vino hacia la mesa con un enorme cucurucho en cada mano, pasándome el mío antes de sentarse. Dio una pequeña lamida al suyo, paladeándolo con glotonería, pero sus ojos azul-grisáceos no tardaron en buscar los míos. .-Bueno, ahora ya tenemos el helado en la mano, ¿podemos hablar de Clearwater?-.

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