Una Vendetta y Una Horrible Excusa.

76 5 2
                                    

 Lloré sobre su ataúd hasta que me quedé sin lágrimas, pero no me sentía mejor, el dolor seguía siendo igual de intenso. .-Gracias por tanto Mo... dios, no me puedo creer que ya no estés-. susurré acariciando el cristal. .-No se como vamos a seguir sin ti, pero allá donde hayas ido, espero que me oigas. Jamás te olvidaré...-. No sabía que más decirle a mi amiga, de modo que dejé un beso sobre el cristal y tras mirarla una última vez, me fui. Abandoné aquella sala con el alma y el semblante tan tristes que, cuando pasé por delante de Steph, ni siquiera intentó decirme nada. Me dirigí hacia mi cuarto, pues no me veía con fuerzas de estar con las chicas ahora. Necesitaba encerrarme, dormir y... bailar. Necesitaba bailar. Varié el rumbo que llevaba, dirigiéndome ahora hacia el Cuartel General de los guardianes, hacia la sala de los espejos.

Llegué a mi destino en unos minutos, y abrí la puerta asegurándome de que no hubiera nadie dentro. La sala estaba vacía, como siempre, y parecía estar esperándome. Mis puntas, casi por completo destrozadas, estaban en el suelo al lado del reproductor, y me las puse antes de darle al play y comenzar a bailar. Para algunas personas podría resultar extraño el hecho de que yo aliviara una pena tan grande bailando, pero la verdad es que estaba convencida de que era lo único que podía ayudarme en ese momento. Nada podía en realidad eliminar esa opresión que se había instalado en mi corazón, pero el ballet podía ayudarme a hacerme un poco más fácil el camino. La música comenzó a sonar, llenando con sus notas el aire, y yo comencé a moverme a su ritmo dejándome llevar por los sentimientos que me embargaban en aquel momento. Estuve bailando una  hora sin parar, entrelanzando movimientos y pasos en una coreografía sin apenas sentido y que me dejó exhausta. Sin embargo, aquella vez el ballet no había contribuido a relajarme, al contrario. Mientras danzaba, una idea se había apoderado de mi mente: Vengar a Mo. Tenía que encontrar a esos cazadores y arrebatárles la vida del mismo modo que ellos se la habían arrebatado a la banshee. Y sabía perfectamente lo que tenía que hacer. 

Me quité las puntas con prisas, dejándolas tiradas en medio de la sala y salí corriendo de ahí.... a la sala vecina. Si recordáis, al lado estaba una de las salas de entrenamiento de los guardianes, el mismo lugar donde cierto gusano indeseable me había besado por primera vez. Entré como un torbellino, sin preocuparme por si había alguien dentro y fui directa hacia la estantería donde reposaban las armas. Si iba a vengar a mi amiga, iba a hacerlo con la misma arma que habían usado para asesinarla: Flechas. Tomé un arco y un carcaj y me aproximé a las dianas. Mis ojos centelleaban en una mezcla de rabia y tristeza cuando coloqué la primera flecha y la disparé. Todavía no se como lo hice, pero dio de lleno en el centro. La suerte del principiante, supongo. .-Espero que no estuvieras poniendo mi cara a esa diana-. Mi mandíbula se tensó al oír aquella maldita voz. 

Me giré hacia él, con una de las flechas colocada y apuntándole. .-No me hace falta si puedo dispararte a ti-. El alzó las manos, en un gesto de derrota, pero yo no bajé el arco. .-Supongo que seré la última persona a quién quieras ver ahora mismo pero... no puedo evitar preguntando que demonios haces tú practicando tiro-. .-¿Y yo tendría que contestarte por qué...? Ah, no, espera. No tengo que hacerlo-. tensé un poco más la cuerda y disparé apuntando a su cabeza. Sí, lo sé, fue una locura, pero Steph esquivó mi flecha sin muchos problemas. .-Vale, mira, entiendo que estés enfadada, pero creo que podría ayudarte. Si no me equivoco, necesitas mejorar un poco tu puntería-. .-Eres la última persona de quién aceptaría ayuda ahora mismo, Clearwater, y mucho menos para lo que me propongo hacer. Voy a encontrar a los asesinos de Mo... Y voy a matarlos-. 

Tiré el arco al suelo, dispuesta a largarme de ahí y quitar al rubio de mi vista, pero se interpuso en mi camino. .-Aparta ahora mismo, Clearwater. No te lo pienso decir dos veces-. amenacé. .-Selene, por favor, escúchame un momento. Yo puedo ayudarte... puedo convertirte en una arquera tan buena que serás capaz de matar a todos esos cazadores tú sola... Pero si me das la oportunidad de explicarme-. La verdad es que probablemente fuera a necesitar ayuda, por mucho que me jodiera en esos momentos darle la razón al guardián. Me lo pensé unos segundos, pero al final accedí. .- De acuerdo, pero ten en cuenta que nada de lo que digas va a cambiar lo que vi, ni va a cambiar lo que pienso ahora mismo de ti-. Algo ensombreció su dorada mirada, pero aún así aceptó.

 .-Mira Selene... Vosotras no eráis las únicas que estabais borrachas. No lo estoy poniendo como excusa ni mucho menos, pero fue un agravante-. tomó una gran bocanada de aire, como si decir todo aquello le costara un gran esfuerzo. .- Yo... estaba haciendo la ronda y Eydís vino corriendo a mí diciendo que tenía algo muy importante que decirme. Me... Me dijo que te había visto escabullirte con un chico, el francés este que se llama Jacques-. Por el amor de dios, ya que la  irlandesa se tuvo que inventar aquella triste excusa, podría haber elegido mejor al candidato para su engaño. .-Yo salí corriendo, quería ir a buscarte y ver con mis ojos si aquello era cierto... Pero ella me detuvo. Como ya te he dicho, estaba muy borracho y... dios, Eydís se me abalanzó encima diciendo que me deseaba, que me olvidara de ti y me centrara en ella. Intenté irme, te lo juro, pero fui débil. Empezó a quitarse la ropa y a pegarse a mi y....-. dejó la frase inconclusa bajando la mirada. .-Lo siento Selene, de verdad que lo siento-. 

Academia MiolnirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora