¿Como se puede tener tan poca vergüenza?

82 7 0
                                    

.-Pues... Pues no tengo ni idea Sel. ¿Dando paseos por la ciudad?-. Por el amor de dios. Vale que Kilkenny fuera una ciudad pequeña, pero buscar a tres personas en sus calles solo paseando... las posibilidades de encontrarlos eran muy bajas. Iba a explicarle a Fran que tendríamos que elaborar un plan mejor, pero mi tripa se me adelantó con un enorme rugido. Me puse roja mientras cruzaba los brazos entorno a ella .-¿Qué hora es?-. pregunté cayendo en la cuenta de que no tenía ni idea de cuanto tiempo había estado dormida. .-Son las... wow, las 8-. me contestó Maddie. .-¡¿Las ocho?!-. normal que tuviera hambre, no había comido nada en casi 24 horas.  .- Creo que voy a ir a ducharme antes de bajar a cenar... ¿seguiréis aquí en media hora o así?-. Ele asintió, respondiendo por todas. .-Vale, pues luego vengo a buscaros-. me levanté y me incliné sobre Fran para darle un beso antes de salir de la habitación de la escocesa. 

Entré en la mía resoplando y dispuesta a meterme en la ducha sin perder ni un minuto, pero pisé algo al atravesar la puerta que me hizo bajar la mirada. Una carta... con el emblema de la Sede del Aquelarre. Mi mente se transportó a unos días atrás, cuando había recibido un sobre idéntico informándome de que tendría que hacer una prueba para comprobar que estaba capacitada para realizar el examen del Nivel del Fuego. "Lo que me faltaba....". Si en condiciones normales dudaba seriamente de haber podido convencer a los maestros de mis capacidades con el fuego, en aquella situación estaba segura de que era imposible. Me derrumbé en la cama, rasgando el envoltorio para leer el mensaje de los Magistri: 

"Estimada Señorita Derderián:

Le recordamos que se le notificó la obligación de presentarse a una prueba para comprobar que su dominio del cuarto elemento era lo suficientemente bueno como para garantizarle la oportunidad de presentarse al examen de Nivel. No era usted la única alumna en esta situación, pero tras una reunión del Aquelarre, y dado el horrible acontecimiento que ha sacudido nuestra escuela, los Magistri hemos acordado eliminar dichas pruebas y que los alumnos se presenten al examen directamente, como cualquier otro.  El Jueves se retomarán las clases y esperamos que pronto todo vuelva a la normalidad.

Un cordial Saludo,

Magister Bakoesky."

Respiré aliviada. Menos mal. El Aquelarre había decretado que las clases no se empezarían el Jueves, es decir dentro de dos días. El miércoles se procedería a enterrar a los asesinados en un rincón alejado del edificio, pero todavía tras la barrera protectora.  La verdad es que volver a la rutina era lo que menos me apetecía, y menos teniendo en cuenta que Steph estaba en el mismo nivel que yo y que tendría que verlo todos los días de la semana. Dejé caer la cabeza sobre la almohada, fijando la vista en mis pegatinas fosforescentes del techo. Hace dos días, mi vida iba de maravilla, y ahora estaba totalmente hundida. A mi mente vinieron imágenes de las cinco mosqueteras, en la pastelería de Mo, en mi cuarto... donde fuera, pero juntas. Las lágrimas volvieron a empañar mis ojos verdes cuando volví a ver el rostro y volví a oír la risa de la banshee en mis recuerdos. Sabía que se había ido, pero mi cabeza todavía no había asimilado que no volvería a verla jamás. Pensé también en todos los que habían caído esa noche, en los niños, los compañeros inocentes, que habían sido víctimas de un odio absurdo y ancestral y, existía la posibilidad de que su verdugo hubiera sido el amor de Frankie. Todo aquello me superó, y una oleada de miedo, angustia y tristeza recorrió mi cuerpo, obligándome a hacerme una bola sobre el colchón. No podía hacer nada, tan solo llorar y esperar a que se me acabaran de nuevo las lágrimas. 

Al final mi llanto se calmó, pero lágrimas solitarias seguían resbalando de mis ojos enrojecidos. Ya no tenía hambre. No sentía nada; ni frío, ni calor... solo un vacío enorme dentro de mi que no me permitía moverme. Si alguien venía a buscarme a mi cuarto no iba a salir, y desde luego no iba a bajar con las chicas a cenar a un comedor en que solo vería caras tan desoladas como la mía. Esperaba que Fran no intentara colarse en mi dormitorio, porque no tenía fuerzas ni para pedirle que se marchara. Sentía que no podía hablar, que mi voz se había apagado en mi garganta y no sabía cuando iba a volver.  Por más que lo intentara, no podía comprender que clase de fanático desalmado organizaría una matanza contra un grupo de niños. Sí, eramos jóvenes magos y brujas, pero ninguno de nosotros le había hecho nunca daño a nadie, al menos no una vez controlábamos nuestros poderes. ¿Porqué los cazadores estaban pues tan convencidos de que tenían que erradicarnos? Eran asesinos por tradición, inculcados en el odio hacia las criaturas sobre-naturales desde que eran pequeños, un odio que derivaba del miedo  de saberse menos poderosos que nosotros. Era cierto que, a lo largo de la historia, había habido muchos brujos y brujas que utilizaron sus poderes de manera oscura, pero eso no les daba derecho a odiarnos a todos. Suspiré pesadamente, pensando en aquel joven cazador al que Frankie quería proteger, a Sam. ¿Que le habrían contando a su antiguo amor acerca de las brujas? ¿Como podíamos estar seguras de que no iba a atacar también a Frankie cuando ella le confesara su naturaleza? No podíamos dejar que fuera sola a ese re-encuentro, si es que al final se producía. Y tampoco podríamos usar la magia para defendernos, reflexioné, pues eso solo les daría un motivo real para atacarnos. "Me llevaré dagas. Puede que no sea muy buena lanzándolas, pero al menos se asustarán".  

Toc, toc, toc. Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos. Me hice todavía más un ovillo sobre la cama, respirando muy flojito para que no se me oyera desde fuera. .-¿ Selene?-. No reconocí esa voz, aunque me era familiar. .-Selene, soy...soy Eydís-. Abrí los ojos como platos cuando escuché eso. ¿Perdón? ¿Había escuchado bien? ¿Aquella asquerosa mentirosa estaba llamando a mi puerta?. Estuve tentada de levantarme y enseñarle que ella no era la única peligrosa, pero recordé que ya había quedado bastante claro en el bosque. .-Lárgate ahora mismo si no quieres tener más problemas -. gruñí en voz alta para que me oyera. Estaba indignada, ¿como podía tener tan poca vergüenza? La oí suspirar al otro lado de la puerta. .-Presentía que no querrías hablar conmigo, y menos ahora. Pero te debo una explicación y tenía que intentarlo-. su voz se apagó, pero pude ver como introducía algo por debajo de la puerta, otra carta. Se quedó de pie frente a la entrada unos segundos, en silencio, como esperando una respuesta, pero al no obtener ninguna se marchó y pude oír sus pasos alejándose por el pasillo.


Academia MiolnirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora