Capítulo 6

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—¿Qué hacía esta tipa aquí? —preguntó Lia molesta

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—¿Qué hacía esta tipa aquí? —preguntó Lia molesta.

Genial, lo que faltaba, un estúpido show de celos.

—Sofía es tu jefa, respétala —le recordé.

—me miró indignada— ¿Y por qué estaba tan cerca de ti? La muy atrevida te estaba tocando.

—¿Qué quieres Lia?

—Quiero que te alejes de ella, que sepa que eres mi novio.

Mis cejas se elevaron solitas ante sus palabras ¿De qué carajos está hablando ahora? ¿Acaso se volvió loca?

—Nosotros no somos novios —le recordé.

—¿Qué? Claro que lo somos.

¿Todo este tiempo pensó que estábamos en una relación? No puede ser, eso explicaría tantas cosas.

—Yo no recuerdo habértelo pedido nunca o haber aceptado.

—presionó sus labios nerviosa— Bien, pues ahora lo somos —dijo con firmeza.

—reí— No digas tonterías Lia y mejor ve a hacer algo más productivo.

Me senté nuevamente en mi silla listo para por fin empezar a trabajar, pero ella me lo hizo imposible al sentarse sobre este, dejándome entre sus piernas. Me besó de manera apresurada y necesitada, como si así logaría persuadirme.

—No seremos novios —dije apartándola.

—¿Qué? ¿Por qué? Hemos estado juntos dos años, ya va siendo hora ¿No crees?

—Yo te dije que no quería nada serio y no he cambiado de opinión. Tú aceptaste que solo sería sexo, nada más que eso.

—Pues ya no quiero. Ya no quiero ser solo la que usas para quitarte las ganas. Quiero una relación, quiero lo romántico, quiero estar siempre contigo, quiero que me quieras.

De haber sabido que esto terminaría así jamás habría permitido ni siquiera el sexo. Fui muy tonto al creer que ella aceptaría mis condiciones así por así y que nunca querría nada más. Las mujeres siempre quieren más.

No quiero una relación, no quiero ponerle un título a esto que tengo con Lia. Hasta hace un día sentía que quizás con el tiempo eso podría cambiar, que quizás podría reconsiderarlo en algún momento, pero ahora que la veo sé que eso no cambiará ni en un tiempo cercano, ni nunca. Y sé perfectamente a que se debe eso. No han pasado ni veinticuatro horas y Sofía ya está haciendo más estragos de lo que debería y no puedo permitirlo. No puedo dejar todo solo porque ella regresó, porque así como se marchó una vez puede hacerlo nuevamente y no pienso arriesgarme.

—No es momento para hablar de eso ¿Si? Tengo que trabajar.

—¿Luego? —me preguntó con ilusión.

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