Capítulo 23

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—¿Listo?  —me pregunta Trevor

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—¿Listo?  —me pregunta Trevor.

Veo meticulosamente mi compra de hoy con fascinación y a la vez ilusión. Fue una compra compulsiva, no pude resistirme al verlo, todo mi ser vibró ante la urgencia de comprarlo y yo sabía el porqué. Guardo el objeto en mi chaqueta nuevamente, para luego levantarme y salir del club junto a Trevor.

En el camino siento como el corazón me late más desenfrenado de lo normal, si, estoy nervioso. Las probabilidades de que algo salga mal son altísimas,  sobre todo siendo este nuestra primera vez con la gente de Alessandro. No confío en él, no sé cuales son sus verdaderas intenciones, no sé si tiene algún otro plan escondido, esto puede ser una emboscada y nosotros estamos yendo directo a la boca del lobo.

Esta noche no puede salir mal.

Una parte de mi está tranquilo que me aseguré de que Sofía ni siquiera sepa de mi ubicación. Yo por el contrario sé la de ella y sé que en estos momentos está en el apartamento con su amiga. A los escoltas le recalqué que estén pendientes a cada segundo, que no la pierdan de vista y que por nada del mundo los convenza a ir a algún lado sin antes consultarme a mi.

Solo por hoy, por esta noche tengo que ser más que estricto con su seguridad.

Llegamos a nuestro destino más pronto de lo pensado. Ambos nos bajamos del auto, atrás nuestros hombres se bajaron de los vehículos donde venían. Obviamente no iba a venir indefenso, todos ellos están armados y tienen ordenes de disparar ante el más mínimo movimiento sospechoso.

La embarcación todavía no estaba ahí, pero podía verla a lo lejos. En cuestión de minutos estaría zarpando.

—¿Porqué estás tan nervioso? —me preguntó Trevor.

—Sabes que no confío nada en ese Alessandro. 

—Yo no creo que sea tan estúpido para querer intentar algo aquí y ahora.

—No subestimes nunca a tu enemigo.

Solo un idiota subestima al enemigo. Nunca sabes de lo que son capaces, del alcance que tienen. No conoces ni siquiera una parte de lo que ellos son. No puedes ser tan confiado al pensar que no intentarían nada.

—¿Cuando le dirás a Sofía?

—Luego de esto.

—¿Porque no lo hiciste antes?

—¿Qué si algo sale mal? —negué— Cuando salgamos de esta lo haré.

Trevor entendió mi punto y no dijo nada más. Ahí esperamos y esperamos hasta que el barco estuvo frente a nosotros. Unos hombres se bajaron de este para asegurar las sogas el muelle.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo avisándome de una llamada. El número de la pantalla no lo tenía registrado. Con algo de duda contesté la llamada llevando el celular a mi oreja.

Obsesión LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora