Un insoportable dolor de cabeza me abarcó en el instante que abrí mis ojos. Coloqué mi mano frente a estos en un intento de aminorar la luz que ahora me quemaba las retinas. Joder ¿Por qué siempre bebo tequila como si no fuera a darme una resaca al día siguiente? Lo cierto es que el tequila ha sido mi gran amiga por mucho tiempo ya, podría decirse que somos mejores amigas, esa a la que acudo cuando todo va bien, pero en especial cuando todo va mal. Es una amistad toxica, eso si, ella me da un rato de felicidad, una alegría que aunque es efímera la disfruto mientras dura, aunque luego tenga que pagarlo con una resaca del carajo. Aún así vuelvo a ella.
Los humanos siempre amamos todo aquello que no nos hace bien. Siempre masoquistas, siempre dependientes.
Comencé a sentirme mareada, tanto que una arcada se me subió por la garganta, pero no llegó a más. Tuve que sentarme antes de que otra arcada volviera y esta vez terminara vomitándome toda. Eso sería muy asqueroso. Volteé a ver a mi lado, estaba profundamente dormido. De pronto todos los recuerdos me golpearon en ráfaga.
Luces de colores, yo bailando arriba de una mesa, un shot tras otro, me reí mucho. Los besos, las caricias, el calor corporal, el deseo. Espanté todas las imágenes antes de que pudieran continuar.
Llevé mi mano a su brazo para pincharlo con mi dedo índice una y otra vez hasta que se despertó. Él abrió sus ojos bastante desorientado, pero al segundo me sonrió.
—Buen día preciosa. —dijo con coquetería.
—Ya es tarde.
—¿Qué hora es? —preguntó mientras se estiraba.
Volteé a ver al reloj de mi mesa de noche. Ni siquiera sé qué hora es, por dios.
—Las diez.
No se inmutó ante mis palabras, en vez de eso se encogió de hombros y se sentó recostando su espalda al respaldar acolchonado. Volvió a mirarme con esa sonrisa pícara.
—No tengo nada que hacer. — me informó con su voz aspera y perezosa.
—Pues yo si, tienes que irte.
No sé en qué momento dejé que esto pasara. Pero esto sucede siempre que bebo de más, lo cual es... muy frecuente. Debo dejar el alcohol, debo dejar de buscar cada excusa para embriagarme hasta perder la conciencia.
Le sostuve la mirada, atenta, esperando a que se levantara. Al ver que yo no cedería él se levantó no muy contento y se colocó su ropa.
—Siempre es lo mismo contigo. Me buscas para luego echarme ¿Qué te sucede? —bramó con molestia.
Dios, ni siquiera lo busco estando sobria ¿Acaso no puede notarlo? ¿Acaso no se da cuenta de ese detalle? Nunca lo llamo cuando estoy en mis cinco sentidos. Supongo que no es muy inteligente.
—Exacto, siempre es lo mismo. Sabes cómo son las cosas ¿Por qué te molestas? ¿Acaso te enamoraste de mi o qué? —inquirí con cierta burla.
Rick no me respondió nada. Miró la camiseta en sus manos por un momento bastante largo, bastante silencioso. Oh mierda ¿Se enamoró de mi? Bueno, eso si que es algo muy estúpido de su parte.
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Obsesión Letal
RomanceSegunda parte de Corrupción Letal. Ella ya no es aquella niña llena de miedos. Él ya no es su guardaespaldas que se negaba a amarla. Luego de acabar exitosamente con los escorpiones Jace y Sofía se convierten en los dueños de la ciudad, ahora ell...