Con todo lo sucedido estos últimos días, había olvidado un enorme detalle, Zoe no está respondiendo mis mensajes. ¿Porqué? Justo cuando desperté decidí mandarle un mensaje preguntando si estaba ocupada, pues quiero contarle el hecho de que ahora estaré viviendo con Jace, pero su respuesta nunca llegó.
Escuché ruidos provenientes de algún punto de la casa, me levanté y con pasos lentos llegué al salón donde estaba Jace muy bien vestido.
—¿Vas a salir?
—Iré al club, hay trabajo que hacer...
—Yo quiero ir, no quiero quedarme acá encerrada.
—Bien, vamos.
Sé que no está completamente convencido con la idea de yo yendo al club con mi herida aún reciente, pero no renegó, pues también sabe que mientras más cerca esté, mejor.
—Solo déjame ir a cambiarme.
Tan rápido como pude fui hasta mi habitación para cambiarme de ropa, ya que no estaba en mis planes salir de casa pues me había vestido para eso, para estar en casa y de ninguna manera puedo aparecer así de fachosa frente a todos mis trabajadores, jamás.
Elegí un atuendo cómodo para mi pierna, pero siempre elegante, dejando bien en claro quien es la dueña y jefa. Arreglé mi cabello y finalicé con un maquillaje sutil que tapara bien mi cansancio.
Una vez lista salí encontrándome con Jace nuevamente.
—No importa lo que te pongas tú eres igual de hermosa, siempre.
—sonreí— gracias pero no es por si luzco hermosa o no, soy la jefa y tengo que lucir como tal.
—Aún en pijamas eres la jefa y eso ellos lo saben nena. Y si se les olvida, no te preocupes que yo encantado se lo recuerdo.
Dicho eso salimos del edificio buscando rumbo hacia nuestro club. Ya necesito estar ahí, junto a mi gente. Ese lugar significa tanto para mi,mucho más de lo que alguien podría imaginarse. Y si, sé que lo abandoné, pero nunca fue porque no quisiera estar ahí.
Al llegar ambos bajamos del vehículo. Jace dió la orden a sus escoltas de estar extremadamente pendiente de absolutamente todo. Entramos recibiendo las sonrisas cálidas de todos, aunque sé demasiado bien que van dirigidas más hacia mi. Yo saludé a todos de la misma manera, Jace por el contrario no dijo mucho, realmente nada.
Para mi sorpresa los chicos estaban ahí también. Tenía ya muchos días sin verlos. Al verme en muletas se acercaron a mi listos para atacarme con preguntas.
—¿Qué te pasó?— preguntó Miguel.
—No es lugar para hablar de eso —le respondió Jace— A la oficina.
Esa respuesta fue suficiente adelanto para ellos. Pude notar por la manera en que se miraron entre ellos que sabían que no era nada bueno, que estaban seguros de lo que se trataba. Sin embargo todos nos dirigimos hacia la oficina. Jace me cargó para subir las escaleras pues no quería que sufriera otro accidente tratando de subirlas con muletas, lo cual si, hubiese sido un seguro desastre.
ESTÁS LEYENDO
Obsesión Letal
RomanceSegunda parte de Corrupción Letal. Ella ya no es aquella niña llena de miedos. Él ya no es su guardaespaldas que se negaba a amarla. Luego de acabar exitosamente con los escorpiones Jace y Sofía se convierten en los dueños de la ciudad, ahora ell...