Veo a mamá sonreírme, papá también sonríe con los brazos abiertos. Mis ojos arden ante la imagen, no lo pienso dos veces, solo empiezo a correr hacia ellos lo más rápido que puedo.
Corro y sigo corriendo, por alguna razón parezco no estar avanzando nada, siguen igual de lejos que antes. No me detengo, aumento la velocidad y cuando parece que por fin lo estoy logrando vuelven a alejarse.
¿Qué pasa? ¿Porqué no puedo llegar a ellos?
Con lágrimas en mi rostro vuelvo a intentarlo. Escucho a mi padre decirme que lo lograré, que estoy cerca, pero sé que no es así. No estoy ni un poco cerca.
Las piernas me comienzan a fallar, no tengo aliento para continuar.Me detengo dejándome caer al suelo.
—¿Me pueden escuchar? —les pregunto.
—Claro que podemos —responde mi madre.
Están tan lejos, sin embargo su voz la siento tan cerca, como si estuviera ahí a la par mía.
—Lo siento —les digo— Todo fue mi culpa. Yo no debí de haber disparado esa noche, yo debí de haberme quedado quieta, nada hubiese pasado...
—Pero pasó —dice mi padre con calma— Y no puedes hacer nada contra eso, no puedes vivir atormentada día a día con la idea de lo que pudo haber sido.
—Los extraño tanto, nunca me pude despedir, nunca pude decirles cuanto los amo.
Si hay algo que me pesa más que todo en este mundo es que no pude despedirme de ninguno. Se fueron sin más y yo nunca pude darles una última palabra.
—Eso es porque no podías decirnos adios para siempre —dice esta vez mi madre— Es un hasta luego, cuando tú momento llegue nos reencontraremos en el paraíso.
—solté una pequeña risa irónica— Yo no creo entrar a ese lugar, no soy la persona que ustedes creen, he hecho muchas cosas malas.
—Nunca es tarde para arrepentirse y pedir perdón por tus pecados .
Debatir ese tema con ella sería algo imposible. Aunque yo pidiera ese perdón, no creo que exista tal lugar.
Lo que parecía ser un lindo sueño comienza a tornarse en una pesadilla rápidamente. Los veo caer a ambos, los veo caer nuevamente tal como aquel día. Me levanto y vuelvo a intentar correr hacia ellos pero sigo sin poder llegar.
Ambos están muriendo ante mis ojos, otra vez.
—¡Sofía!
Una nueva voz me llama, una que reconozco de inmediato. Volteo a ver encontrándome a Jace, de rodillas, su respiración es agitada y descontrolada. Detrás de él hay una figura negra que no logro reconocer, no tiene rostro.
El corazón se me acelera de golpee cuando veo como la figura negra apunta a Jace con un arma, dejando el barril de esta en su cabeza.
Indecisa me giro a ver a mis padres.¿Qué hago? Ellos están muriendo y Jace está a punto de hacerlo.
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Obsesión Letal
RomanceSegunda parte de Corrupción Letal. Ella ya no es aquella niña llena de miedos. Él ya no es su guardaespaldas que se negaba a amarla. Luego de acabar exitosamente con los escorpiones Jace y Sofía se convierten en los dueños de la ciudad, ahora ell...