Capítulo 8

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Su piel sedosa resbalaba en la mía debido al sudor

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Su piel sedosa resbalaba en la mía debido al sudor. Su agitada respiración chocaba en mi cuello y sus deliciosos gemidos llegaban hasta mi oído como una bella melodía. Con su voz desgarrada me avisó que estaba pronto a acabar, así que la tomé de su cuello para poder ver su rostro y deleitarme viendo el momento exacto donde su orgasmo llega y sus cejas se hunden un poco a la vez que muerde su labio.

Es jodidamente preciosa.

El hermoso color miel que ahora predomina en sus ojos brillaba como dos faroles, una sonrisa atontada pero satisfecha curvó sus labios carnosos y rosados ¿Es posible que algún día me canse de verla? No lo creo, nadie se cansa de ver algo tan perfecto.

—Te amo —susurró contra mis labios.

Y yo a ella, de eso no tengo duda. Abrí mi boca dispuesto a responderle, pero fui interrumpido cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe causando un ruido estruendoso que nos hizo sobresaltarnos. A como pude la tomé cubriendo su cuerpo dejándola detrás del mío. Almenos una docena de hombres se encontraban ya en el lugar, todos armados hasta los dientes. Más allá, en las sombras, sobresalía una figura no era capaz de ver su rostro, no con claridad. Esta persona dió una orden y dos de los hombres se acercaron a mi dejándome ir un par de puñetazos que me hicieron caer al suelo, por más que intenté ponerme de pie nuevamente no pude. Todo el cuerpo se me debilitó como si esos tipos me hubiesen golpeado con un bate una y otra vez. ¿Qué me pasa? No suelen vencerme asi de fácil, yo siempre resisto mucho más que esto.

Los mismos que me golpearon la tomaron llevándosela a empujones. Ella peleaba, se resistía, gritaba mi nombre entre gritos desagarrados. Se la están llevando y no puedo levantarme, no puedo hacer nada ¿Por qué no puedo moverme siquiera?

No.

No puede estar pasando.

No por favor.

Abrí mis ojos con la respiración desbocada. Las gotas de sudor heladas resbalaban por mi frente. Me levanté de la cama intentando que mis pulmones recibieran aire ¿Fue un sueño? ¿Todo un maldito sueño? ¿Lo fue?

Alcancé mi teléfono marcando rápidamente el número de Vincent, el jefe de seguridad de Sofía. Esperé en línea hasta que respondió.

—Buen día señor.

—¿Todo está bien? ¿No ha sucedido nada? ¿Ella está bien? —pregunté con rapidez.

—Si señor, la señorita Walsh se ha despertado hace varias horas. Justo ahora estamos en el gimnasio cerca de su edificio para sus clases privadas.

Bien, ella está bien. Si fue todo un maldito sueño. Caminé hasta el baño donde abrí la llave del lavabo para refrescar mi rostro. Mi respiración se estabilizó al igual que mi frecuencia cardíaca. Fue un sueño, joder no, eso fue una pesadilla.

Reaccioné a las palabras de Vincent.

—¿Qué clases privadas?

—Se ha apuntado a unas clases con un maestro particular.

Obsesión LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora