Al día siguiente, Heitor andaba por los pasillos del laboratorio observando las investigaciones. Paró cerca de Luna para ver lo que ella hacía. Se quedó intrigado, visto que ella miraba en un microscopio en su mesa, saltaba de uno hacia otro y lo hacía repetidas veces.
Ella observaba una proteína que desarrollara a partir de varios experimentos y que mantenía el equilibrio de la telomerasa. Un objeto tenía láminas con células de personas ancianas, longevas avanzadas; otro poseía tejidos de un animal que vivía más de dos siglos y había un tercero con células tronco humanas embrionarias. Verificó que las sustancias proteicas de las muestras preparadas tenían características muy estables. Ella meneó la cabeza hacia adelante y hacia atrás como quien hacía un descubrimiento.
Curioso, él paró a su lado, vio los cromosomas girando en el programa que ella mantenía abierto en su ordenador, las puntas espirales destacadas en rojo. Después de mirar varias veces en ambos microscopios, Luna anotó algo en su Tablet. Heitor preguntó:
— Entonces, ¿cómo está nuestra investigación? ¿Has descubierto alguna cosa?
— Creo que estamos muy cerca.
— ¿De qué? – Se le abrieron los ojos de par en par.
— De encontrar la respuesta. Pero no debo precipitarme. Puede ser que esté equivocada. Necesito esperar las informaciones de las otras experiencias de mi equipo. Así que tenga un resultado más robusto, paso todas las conclusiones. No puede ser falsa alarma.
— ¿Por qué no me lo dices ya? Puede ser que con todos los equipos trabajando juntos, consigamos acelerar este fármaco.
— Déjalo de mi cuenta. Debemos tener calma, porque si no seguimos e método científico no habrá validación de los resultados.
Luna no confiaba en su jefe como cuando entró allí. No después de verle husmeando la investigación en su ordenador sin que ella estuviera presente. Decepcionado él dijo:
— No te olvides de que la investigación es sigilosa. Está en el contrato que firmaste. Muchas empresas espían a las otras en la carrera por patentes. Hay grandes intereses envueltos en eso. Te imaginas... Paulo quiere saberlo todo para a la hora apropiada hacer las debidas negociaciones. Tú serás muy bien recompensada, puedes estar segura.
Heitor tenía miedo de que ella vendiera la invención a algún laboratorio competidor.
Pero lo que realmente quería era robarle la idea para hacerse famoso, además de curar, lo más rápido posible, la enfermedad de su hija.
Él también planeaba hacer que la joven farmacéutica fuera despedida, así que él pusiera las manos en el medicamento. Intentaría desacreditarla para quedarse con los créditos por la idea.
Era tanta codicia que pensaba cosas absurdas.
Sin imaginar las atrocidades que pasaban por la cabeza de su jefe, ella continuó:
— Ya lo sé. ¿Y cómo están las investigaciones en el área oncológica? – Luna estaba interesada por causa de su madre.
— Están bien avanzadas... Después puedes ver los archivos. Algunos de ellos están abiertos para los colaboradores.
— Voy a investigar.
— Separamos las células de defensa como los linfocitos T de los pacientes afectados, las reprogramamos genéticamente para combatir el cáncer y después las reinsertamos en el organismo.
— Muy interesante.
— Creemos que en menos de un año tendremos medicamentos capaces de alterar el comportamiento genético de las células que se reproducen aleatoriamente. Ya tenemos algunos resultados para presentar, pero antes de publicar los artículos científicos también queremos mensurar la eficacia de la terapia. Vamos a asociar nuestros fármacos a los otros tratamientos disponibles en las varias fases de la enfermedad. La Titán está trabajando en conjunto con otros laboratorios multinacionales.
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Luna y el Elemento Eternal
Science FictionPremisa: Una farmacéutica afrobrasileña hipocondríaca y desconfiada, que lucha contra el tiempo para descubrir un medicamento que le ayude a curar la enfermedad de su madre, no imagina que tendrá que enfrentarse a la codicia desenfrenada de sus supe...