XVII - El Adiós de Otto

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Al día siguiente, al llegar a las dependencias de la firma, Paulo y Heitor tuvieron una sorpresa desagradable. Encontraron el caos en el sistema informatizado. Ellos estaban en la sala de dirección en discusiones acaloradas. Ingenieros de Tecnología de la Información y técnicos locales, además de otros venidos de São Paulo manejaban los computadores intentando desvelar el enigma.

— ¡Qué porquería, Heitor! ¿Qué rayos de virus es ese que ha invadido el sistema? Hasta mi móvil está enloquecido. Todo lo que se conecta a nuestra red para de funcionar.

— ¡Hackers desgraciados! Deben estar queriendo espiar nuestro trabajo – el jefe de investigaciones también estaba furioso.

— Señor, vamos a tardar en arreglar las cosas. Los antivirus más actualizados no reconocen a los invasores. Los ingenieros de la matriz tendrán que estudiarlos para desactivarlos – el responsable por la empresa contratada para investigar el ordenador cuántico y los virus les interrumpió.

— ¿Qué puede haber causado esto? – Paulo estaba curioso.

— Sin duda, fue alguien con acceso al sistema – respondió uno de los técnicos.

— Está bien. Haz lo que sea necesario para arreglarlo. Quiero que descubráis también quién fue el responsable por esta catástrofe.

— Vamos a tardar mucho...

— No importa. ¡Arregláoslas con esa porquería!

El director del equipo salió de la sala seguido por los otros, y Paulo encaró a Heitor.

— Entonces. ¿Quién te parece que puede haber hecho ese desastre?

— Nuestro personal antiguo es de confianza y están muy envueltos en la investigación; tenemos protocolos de seguridad muy rígidos. Pero puede haber un espía industrial entre ellos.

De repente, la secretaria de Paulo entró en la sala.

— Hay un inspector de policía afuera queriendo hablar con usted.

— Puede ir a buscarle y tráigalo aquí.

Heitor miró a Paulo preocupado, cuando ella salió:

— ¿Será que han descubierto algo sobre la invasión de la casa de Luna?

— No te preocupes, es uno de los míos – dijo este mirando la cámara de seguridad.

La secretaria abrió la puerta. Heitor, que quería huir de la situación, dijo:

— ¿Quieres que yo salga, Paulo?

— No. Quiero que estés presente.

Después paulo miró hacia la puerta:

— ¡Peçanha! Qué placer verte.

— El placer es mío. Tenemos que hacer una de aquellas barbacoas de antiguamente con el comisario.

— La vida está ajetreada. Pero me acordaré de eso. Entonces, ¿tienes algo para mí?

— Hicimos una búsqueda minuciosa en la casa, después de que los otros salieron. Fuimos de paisano y nadie nos vio. Borramos todos los vestigios del hurto. También investigamos la vida pasada de la tal Luna y de las personas cercanas.

— ¿Qué descubristeis?

— Ella salió con un tipo que trabaja con acciones, pero ya no están juntos.

— Eso ya lo sabemos.

— En cuanto a la chica, su ficha es más limpia que la sala de esterilización de un hospital. Pero hay algo extraño con sus amistades.

Luna y el Elemento EternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora