Primera Ronda Parte 3

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En la arena Ra se encontraba totalmente sorprendido por el ingenio que ha demostrado tener el humano, incluso está impidiendo en este mismo momento poder tratar su herida, si seguía así lo más seguro es que acabe muriendo, la herida puede esperar, ya está medianamente quemada para soportar y evitar el sangrado, ahora debe de volver a centrarse en el ataque, no volverá a ser humillado por la humanidad.

Midas se encontraba de nuevo a unos pocos centímetros de su enemigo, tan cerca, pero a la vez tan lejos de acabar con la batalla de una vez por todas hasta que en ese momento el Dios del Sol no usó su omnipotencia, estaba totalmente expuesto a su lanza divina que lo convertiría en oro, "¡Roble!" Gritó Ra y de repente apareció un roble gigantesco justo en medio de ambos, haciendo que la lanza convierta en oro a ese roble que funcionó como escudo.

"¡Increíble! Ra a usado uno de sus dones, el de la llamada, ya que él fue quién le dio un nombre a cada ser vivo"

En ese momento Ra usó su omnipotencia al instante de que su rival golpease el gran árbol y de una gran parada mandó al rey a estrellarse contra ese mismo roble que, al ser de oro, hizo más daño.

Las gradas de las divinidades entraron en alegría ante esa demostración de poder del líder del panteón egipcio.

En las gradas egipcias los dioses suspiraron aliviados, pero a la vez sabían la razón de por qué no usó ese don antes, y es que solo lo puede usar una vez cada cinco minutos, y cinco minutos en una batalla es muchísimo, pero eso no tendrían porqué saberlo la humanidad.

En la arena Ra se preparaba para una segunda patada, pero al ver que Midas reaccionó rápido se movió hacia atrás para evitar sorpresas desagradables, debía de ser lo más cuidadoso posible.

Midas estaba sangrando por varias partes de la cara, entre ellas la nariz estaba rota, un río de color rojo bajaba de su boca y con él algunos dientes y su frente estaba en las últimas, un golpe más y acabaría muriendo, tuvo suerte de que pudo ahuyentar a Ra por girarse rápidamente, pero la verdad es que se estaba tambaleando, pero eso debía disimularlo si no quería ser acribillado a golpes por su rival.

En las gradas humanas todos estaban en silencio a excepción de Zoe la cual estaba animando a su padre, Gordias la había convencerla para quitarse esa cara siniestra de la mente, al fin y al cabo, sea un loco o no, es su padre y también un representante de la humanidad, había que animarlo.

En el balcón de las valkirias Goll estaba con las manos tapando su cara de la impresión y el miedo de que la humanidad vuelva a perder la primera batalla al igual que en el anterior Ragnarok, pero rápidamente se dio palmadas en los cachetes para volver a centrarse en lo que pasa en la arena en vez de hacer lo de antes y dar por perdido ya los combates.

Midas agarró firmemente su arma cambia formas con aspecto actual de lanza, la empezó y apuntó a su enemigo, no tenía más opción que cargar contra él por muy predecible que sea, no tenía más opciones si no quería que sus heridas le pasen factura con el paso de los minutos, hubo un momento en el que quiso desmayarse, darse por vencido, sentía su frente a punto de explotar, pero nadie detendría su venganza, sobre todo ahora que también significa defender a su especie, incluida su familia.

"¡Todavía no has acabado conmigo maldito Dios!" Gritó Midas con una voz dolorida y temblorosa, todo el mundo le miró en ese momento con curiosidad y sorpresa, Ra también estuvo dispuesto a escuchar desde una distancia segura mientras disimuladamente preparaba su siguiente golpe. Pero no se esperaba que en vez de hablar cargase contra él haciendo que su omnipresencia se active y esquive el golpe a duras penas.

Todo el mundo lo veía, Heimdall estaba sin palabras, la humanidad en ese entonces no vio a un rey egoísta, sino a un guerrero como lo fue cualquiera que haya peleado en el Ragnarok, aunque sea por motivos egoístas al fin y al cabo, todo el mundo quedó conmovida al ver que Midas no se rendía y ponía al Dios del Sol en apuros cada vez que podía, entonces escucharon a la pequeña Zoe animando a su padre a pleno pulmón, un hombre decidió unirse a los gritos de ánimo, luego lo hizo una mujer, y así en un abrir y cerrar de ojos todas las gradas humanas estaban animando a su representante.

"Otra vez" El Segundo RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora