Intermedio... ¿Y presentaciones para la Décima Ronda?

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Tonatiuh finalmente fue llevado a la enfermería después de haber tratado de cumplir el deseo de Moisés de ser recordado por más cosas aparte de ser la marioneta de Yahvé, los dioses americanos estaban sonrientes mientras se miraban entre ellos con satisfacción.

En el balcón de las valkirias, Goll se levantó de su asiento mientras caminaba lentamente hacia la salida.

"Voy a conmemorar al caído" Dijo la joven valkiria, pero se detuvo al notar que sus hermanas (y Nut) tenían intención de seguirla. "Me gustaría ir sola, por favor" Dijo con algo desanimada mientras volvía a caminar hacia los pasillos del gran coliseo.

Nut y varías de sus hermanas querían seguirla igualmente, pero Hrist las detuvo. "Déjenla estar sola, todas necesitamos un momento para pensar" Dijo la segunda valkiria con su personalidad amable, dejando al resto de las presentes con confusión.

"¿Y por qué debería obedecerte?" Preguntó Nut con burla, ella era un espíritu libre y no acataría ninguna orden de nadie, si quería seguir a Goll para asegurarse de que no le ocurre nada, lo hará.

"¡Tú cállate y quédate sentadita en tu asiento!" Dijo Hrist con su personalidad agresiva mientras el resto de hermanas quedaban intimidadas, pero eso sólo provocó que Nut comenzase a discutir con ella.

Tal fue la discusión que nadie se percató de que Hlokk se había marchado a escondidas.

Mientras tanto, Goll se encontraba colocando una copa llena de líquido, la cual al posarse mostró una imagen de Moisés con actitud alegre sacando a su antiguo ganado a pasear.

La pequeña valkiria observó con detenimiento las cuatro copas de los humanos caídos: Caín en la segunda ronda, Stalin en la tercera ronda, Alejandro Magno en la sexta ronda y ahora Moisés en la novena ronda.

Aunque todavía iba ganando la humanidad, si los dioses llegan a ganar la décima ronda y lograr así el empate, la moral de todo el mundo se vendría abajo y ella no debía de permitir eso, debía de elegir sabiamente entre los humanos que todavía están en espera.

"¿Qué debería hacer? Debo de elegir bien, no podemos permitirnos perder o las tornas podrían cambiar a favor de los dioses, ¿¡A quién debería enviar?!" Empezó a hablar Goll consigo misma, totalmente indecisa y con miedo sobre lo que podría ocurrir.

"Brunilde, cuanto me gustaría que estuvieras aquí, seguro que ya tendrías alguna respuesta, en cambio yo soy incapaz de elegir y por eso hemos perdidos a otro de los humanos más fuertes de la lista" Dijo la joven valkiria para proceder a llorar, era demasiada presión para estar sobre los hombros de la más joven de las valkirias.

Afuera de la sala estaba Hlokk escuchando con la oreja pegada a la puerta todos esos gritos y llantos. "Hermanita, no te sobreesfuerce" Dijo Hlokk en voz baja mientras recordaba como era la vida cotidiana antes del estallido del primer Ragnarok, con situaciones como cuando Goll casi rompe su preciado espejo por querer salir a jugar con ella y casi la mata por ello.

Esa Goll tan feliz y torpe está dejando de existir, y aunque el volund con Nut de alguna manera le ha dado más confianza, no es suficiente, al final acabará siendo una amargada.

Hlokk siempre fue la más egoísta de las trece valkirias, pero aun así parece ser actualmente la que más se está preocupando por Goll.

Hlokk estaba tan perdida en sus pensamientos que no notó que la puerta se abría, haciendo que ella casi caiga encima de Goll, la cual se sorprendió al ver a su hermana.

"¿Hlokk? ¿Qué estás haciendo?" Preguntó Goll mientras todavía se notaban los ojos algo irritados de los llantos anteriores, la undécima valkiria iba a inventarse alguna excusa, pero una tercera voz las hizo desviar su atención.

"Otra vez" El Segundo RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora