041: "Last chance"

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  ❝ ÚLTIMA OPORTUNIDAD ❞  

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  ❝ ÚLTIMA OPORTUNIDAD ❞  

—¡Corre, Seth!

El gran lobo aceleró y desapareció entre las sombras del bosque.

Isabella se encontraba con la espalda aplastada contra la escarpada falda del acantilado. Edward se puso delante de ella. El alivio recorrió la mente de Swan, al mismo tiempo que el estómago se le hundía hasta las plantas de los pies. Edward adoptó una posición defensiva, medio agachado, con los brazos adelantados ligeramente. 

Algo iba por ellos.

—¿Quién es? —murmuró Bella.

Las palabras de Edward salieron entre sus dientes con un rugido más alto de lo que la humana esperaba. Demasiado alto. Eso quería decir que ya no tenían ninguna posibilidad alguna de esconderse. Estaban atrapados y daba igual quién escuchara su respuesta.

—Victoria —contestó, escupiendo la palabra como si fuera una maldición —. No estásola. Nunca tuvo intención de participar en la lucha, pero seguía a los neófitos para observar. Cuando percibió mi olor, tomó la decisión de seguirlo por pura intuición, adivinando que tú permanecerías donde yo estuviera. Y ha acertado. Tú llevabas razón, detrás de todo esto siempre estuvo ella y nadie más que ella.

Victoria estaba lo bastante cerca para que él pudiera escuchar sus pensamientos. El cuerpo de Edward se movió, de forma infinitesimal. Observaron las sombras oscuras del bosque. Dos vampiros se deslizaron con lentitud dentro de la pequeña abertura del campamento, con los ojos atentos, sin perder nada de vista. Brillaban como diamantes bajo el sol.

Bella apenas pudo echar una ojeada al chico rubio; porque sí, era sólo un chico, a pesar de su altura y su musculatura, y quizá tenía su edad cuando le convirtieron. Sus ojos, del color rojo más intenso que había visto nunca, no retuvieron la atención de la castaña, y pese a ser el que estaba más cerca de Edward, y el peligro más cercano, casi no lo vio porque a pocos metros y algo más atrás, Victoria clavó su mirada en ellas.

Su pelo de color anaranjado era más brillante de lo que recordaba, parecido a una llama. No había viento, pero el fuego alrededor de su rostro parecía hacerle titilar un poco, como si estuviera vivo. Tenía los ojos negros por la sed. No sonreía, sino que apretaba los labios en una línea tensa. Había una sorprendente cualidad felina en el modo en que acuclillaba el cuerpo, como una leona a la espera de la oportunidad para atacar. Su mirada salvaje e inquieta fluctuaba entre Edward y Bella, pero nunca descansaba en él más de medio segundo. No podía apartar sus ojos del rostro de ella más de lo que Bella podía apartar los suyos.

Emanaba tensión de un modo que parecía casi visible en el aire. Se podía sentir el deseo, la pasión arrolladora que la tenía bien aferrada en sus garras. Su plan era tan obvio como práctico. El chico rubio y grande atacaría a Edward, y ella liquidaría a Bella tan pronto como Edward estuviera suficientemente distraído. Sería rápido, porque no le quedaba mucho tiempo para juegos, pero también definitivo. Algo de lo que no sería posible recobrarse. Algo que ni siquiera la ponzoña de un vampiro podría reparar. Ella tendría que detener el corazón de Swan. Quizá lanzando una mano contra su pecho, hasta aplastarlo. O cualquier otra cosa parecida. El corazón de Isabella latió con furia, ruidosamente, como si quisiera ofrecer un objetivo más obvio.

𝕾𝖊𝖗𝖊𝖓𝖉𝖎𝖕𝖎𝖆 | sᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora