Ha pasado tiempo ya desde lo que aconteció en aquel SkyDome, todo ha cambiado en la vida de Meilin Lee, ya no es una niña inmadura y poco independiente, o al menos eso cree ella.
Tendrá que enfrentar nuevos inconvenientes que no tienen mucho que ver...
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— ¿Pero que rayos?. — Exclamó Wu. — ¡Están golpeando las puertas!. — Mencionó Jin. — ¿No sé supone que estaríamos a salvo aquí adentro?. — Preguntó Ming. — ¿M-mei?, ¿Que está pasando?. — Preguntó la patinadora, nerviosa. — No lo sé Mir. . Quédate detrás de mi. — Dijo la ex pelirroja. — Pero aún no tienes el panda. — Mencionó Miriam.
Más golpes se escucharon. Pronto lograrían entrar.
— Ming. . ¿Que hacemos?. — Preguntó Ping. — Cómo. . ¿ME PREGUNTAN A MÍ?. — Exclamó Ming. — Tu eres la dueña de este lugar. — Comentó Chen. — Deberías saber que hacer. — — ¡Eso no tiene sentido!. — Contestó Ming. — ¡Debemos aprovechar que tenemos al panda rojo!. — Sugirió Lily. — ¡No!, nada de eso. . Hay que dejar que entren. — Dijo Jin. — ¡¿QUEE?! — Gritaron todas al unisono. — ¡Este lugar es sagrado!. — Dijo Chen. — ¡Si!. . No podemos dejar que entren así nada más. . ¿Cierto?. — Preguntó Helen. — Correcto. . No debemos- — Ming fue interrumpida. J— Ming. . Hay que dejar que entren. — Pidió Jin. — ¿Cómo me puedes pedir eso Jin?, ¡Mira nuestra casa!. . No quiero que nos quiten lo único que tenemos. — Exclamó Ming. — Lo sé. . Lo sé. . . Pero míralas. —
El esposo de Ming señaló a Mei y Miriam, que estaban algo asustadas por lo que fuera a pasar, sobre todo la patinadora, que se escondió detrás de Mei Mei, y ella estaba dispuesta a protegerla.
Ming captó el mensaje de Jin, no quería generar más problemas a su hija la cual aún estaba vulnerable. Y con todo el dolor del mundo. . Ming tomó una decisión.
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La policía no tardó en entrar, todos los presentes levantaron las manos en posición de rendirse, no pensaron poner resistencia.
Inmediatamente fueron esposados absolutamente todos, y fueron sacados del templo, dónde justo afuera se encontró el general Murphy. Al lado de varios soldados rojos. Al principio Ming creyó que se trataba de una traición, que los había vendido al estado, pero Murphy juró que no era lo que parecía, y prometió que estarían libres en poco tiempo, pero la familia no creyó nada de lo que él dijo.
