Capítulo 11

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Derrota

No recuerdo haberme movido ni haberme echado a correr. Todo fue nebuloso hasta que llegué al vestíbulo para encontrar a Christopher. Alrededor de él se había reunido un grupo de personas, Jinyoung entre ellas; tuve que empujar para llegar al centro.

Christopher estaba sentado en el suelo y caí de rodillas junto a él; estaba vivo, pero casi sollocé cuando lo vi.

Tenía la sien cubierta de sangre y su ropa estaba hecha jirones. El brazo le colgaba de una manera extraña, y me tomó unos instantes darme cuenta de que se le había roto.

—¿Qué ha sucedido? —pregunté mientras tocaba su rostro con manos trémulas; tenía que asegurarme de que en realidad estaba allí.

—Los sorprendimos —dijo Christopher: miraba a la nada y tenía los ojos húmedos—. Ya se iban a casa, creo, pero nos encontramos con ellos. Pensamos que podríamos vencer a los mejores, pero eran demasiado poderosos. —Tragó saliva con dificultad—. Mataron al Canciller.

—¡Demonios! —dijo Minho, y me volví para mirarlo; estaba parado detrás de mí. Antes había atendido al markis Han para asegurarse de que estuviera bien.

—Minho, ve a por tu madre —le dije; asintió y se fue de inmediato. Me volví para mirar a Christopher—. ¿Estás bien?

—Estoy vivo —fue lo único que dijo.

Christopher estaba conmocionado, por eso no lo presioné para que me diera más detalles; el markis Han terminó de contar lo sucedido. Iban camino de Oslinna y de pronto divisaron el campamento Vittra. Por la forma en que lo describió, me recordó a la historia de Rumpelstiltskin: los duendes tenían una fogata encendida y bailaban a su alrededor; cantaban y contaban historias sobre cómo se habían apoderado del complejo Trylle.

El Canciller pensó que debían atacar a los duendes, creía que podrían poner fin a la guerra ahí mismo en el bosque. Al principio Christopher se opuso, pero luego pensó que si tenían la oportunidad de detener a los Vittra antes de que hirieran a alguien más, debían aprovecharla.

La única razón por la que no murió todo el equipo fue porque sorprendieron a nuestros enemigos; sin embargo, el Canciller no fue el único que falleció. También mataron a otro markis e hirieron gravemente a un rastreador. Todos tenían golpes y heridas, y cuando Jennie llegó para curarlos, Han no dejaba de repetir lo milagroso que era que hubieran sobrevivido. Jennie curó el brazo de Christopher, pero eso fue todo; no quiso gastar más energía en un rastreador a pesar de lo mucho que insistí.

Jeongin y yo ayudamos a Christopher a subir a su cuarto para que se echara a descansar, y Minho se quedó abajo; quería asegurarse de que los demás llegaran a casa en buenas condiciones, pero se veía particularmente interesado en el bienestar de Han. Tendríamos que encontrar otra manera de ayudar a Oslinna porque en ese momento sería imposible.

—No necesito recostarme —dijo Christopher mientras Jeongin y yo lo ayudábamos a sentarse en la cama—. Estoy bien —añadió, pero cuando rocé sin querer su brazo, se estremeció y suspiré.

—No estás bien, Christopher —le dije—. Tienes que descansar.

—No, necesito encontrar la manera de detener a esos malditos duendes porque tarde o temprano vendrán a por todos nosotros. Debemos encontrar la manera de vencerlos —insistió.

—Lo haremos —dije, a pesar de que no estaba seguro de que fuera cierto—. Pero no ahora. Eso puede esperar hasta mañana, después de que hayas dormido un poco.

—Felix. —Christopher me miró; en sus ojos se adivinaba más energía de la normal—. Es que no los viste, no sabes cómo son.

—No, no lo sé —confesé; el tono de su voz hizo que el estómago se me revolviera—. Pero mañana podrás contármelo todo.

3.Renacimiento - Hyunlix/ChanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora