Consecuencias
Las cortinas cubrían la cama, pero si Jennie llegaba a correrlas, me encontraría desnudo junto a un hombre que no era su hijo. La oí caminar por la habitación, pero yo estaba demasiado asustado para hablar o incluso respirar.
Mi mente funcionaba a toda velocidad intentando recordar lo que habíamos hecho con la ropa. ¿Estaban los pantalones del pijama de Hyunjin tirados en el suelo? ¿Y qué había pasado con mi ropa interior, totalmente rasgada?
—¿Príncipe? —repitió Jennie, y pude ver su silueta a través de la cortina. Estaba allí mismo—. ¿Estás ahí?
—Sí —dije, temeroso de que abriera las cortinas si no recibía una respuesta. Traté de que mi voz no transmitiera el pánico que sentía—. Sí, lo siento. Realmente estoy… perdido. El día de ayer fue… agotador.
—Entiendo —dijo Jennie—. Sólo sacaré mis pertenencias para arreglarme y dejaré que te levantes.
—Está bien, gracias.
—Por supuesto. —Los pasos de Jennie se dirigieron a la puerta, pero luego se detuvieron—. Minho se siente fatal por lo que sucedió anoche. Nunca tuvo intención de herirte.
—Lo sé. —Me estremecí en cuanto oí el nombre de Minho. Los cálidos recuerdos de la noche anterior se convirtieron en una gélida verdad: había engañado a mi esposo.
—Él se disculpará personalmente, pero quería asegurarme de que lo supieras —explicó Jennie—. Jamás te habría hecho daño a propósito.
Su última frase fue como una puñalada en el corazón, y llegó tan profundo que durante algunos segundos no pude respirar. Sabía que Minho no me amaba, pero dudaba mucho que se alegrara al enterarse de que había dormido con otro hombre. Minho merecía mucho más que eso.
—Te veré abajo en el desayuno —dijo Jennie.
—Sí —contesté; mi voz sonaba demasiado tensa porque trataba de contener las lágrimas. Cuando Jennie cerró la puerta de la habitación al salir solté una exhalación trémula. Me alejé de Hyunjin y me senté; jamás me había enfrentado a un dilema así en mi vida. Lo único que quería era quedarme ahí con él para siempre, pero al mismo tiempo estar a su lado me hacía sentir culpable y terrible.
—Oye. —Hyunjin me abrazó por la cintura y trató de volverme a acercar a él—. Ya no tienes que apresurarte. Se ha ido.
—Tenemos mucho que hacer hoy. —Retiré su brazo, pero me pareció odioso tener que rechazarlo. Tomé mi camisón, que estaba todo arrugado a los pies de la cama.
—Lo sé —dijo Hyunjin; sonaba algo triste. Se sentó mientras yo me vestía—. Jamás trataría de impedirte que fueras a cumplir con tus obligaciones, pero ¿no podrías quedarte cinco minutos más en la cama conmigo?
—No, no puedo. —Sacudí la cabeza y me negué a mirarlo: no quería ver su expresión ni pensar en lo que habíamos hecho. Aún podía sentir su sabor en mis labios; todavía lo sentía dentro de mí. Y tenía ganas de llorar.
—Entonces… ¿se acabó? —preguntó Hyunjin.
—Te dije que esta noche sería lo único que podríamos tener —repetí.
—Sí, me lo dijiste. —Respiró hondo—. Supongo que creí poder hacerte cambiar de parecer.
Me levanté de la cama y encontré mi ropa interior rasgada debajo del rodapié de la cama, que crujió cuando Hyunjin se levantó después de mí. Me volví para mirarlo: ya se había puesto los pantalones, pero no tenía camisa porque así había llegado a la habitación la noche anterior.
ESTÁS LEYENDO
3.Renacimiento - Hyunlix/Chanlix
FantasyEl destino de Felix parece estar sellado. Se avecina una guerra y todo lo que ha sacrificado para conseguir la paz y el equilibrio del pueblo Trylle pende de un hilo. Los acontecimientos se precipitan y lo encaminan hacia un final inesperado. ¿Conse...