Oslinna
Parecía como si hubiera estallado una bomba. Oslinna era un pueblo pequeño, incluso más que Förening, y estaba situado en un valle al pie de unas montañas poco elevadas. Nunca lo había visitado antes del ataque, pero por lo que pude ver de lo que quedaba de sus edificios, me di cuenta de que había sido un lugar muy hermoso.
Los rastreadores vivían en pequeñas cabañas en lo alto de los árboles o enclavadas en las montañas, sin más suelo que la propia tierra. Al llegar nos encontramos con que todas estaban hechas añicos, lo que evidenciaba que ese tipo de construcciones se podía derribar con demasiada facilidad. Pero también las residencias de los markis y las marksinnas, mucho mejores, estaban severamente dañadas; en algunas de ellas los techos habían sucumbido, o carecían de muros completos.
Lo único que quedaba en pie era el palacio en el centro del pueblo; era como otra versión del mío, sólo que más pequeño y con menos ventanas. Además, la parte trasera del palacio de Förening daba al río, y la del de Oslinna se apoyaba en una montaña.
La mitad del palacio se había convertido en una pila de ruinas ennegrecidas, como si le hubieran prendido fuego: la otra mitad parecía entera, por lo menos desde fuera. En general, a pesar de que presentaba destrozos evidentes como ventanas rotas y una fuente destruida, parecía mucho mejor que el resto de las construcciones.
Recorrimos lentamente el pueblo, anonadados ante la matanza; Minho tuvo que virar con brusquedad en varias ocasiones para no golpear los escombros sobre el camino. Se detuvo frente al palacio y estacionó el coche junto a un roble con las raíces arrancadas.
—Esto es demasiado para nosotros —dijo Jennie desde el asiento de atrás. Pasó todo el trayecto quejándose por tener que acompañarnos para ayudar, pero no le dimos opción: era la sanadora más poderosa y la gente de Oslinna estaba muy lastimada.
—Haremos todo lo que esté en nuestras manos —dije—. Y si no podemos contribuir más, pues que así sea.
Me bajé del coche antes de que Jennie volviera a lamentarse. Jeongin estacionó el otro Cadillac detrás del nuestro; con él venían Seungmin, Changbin y Hyunjin. Christopher también quería acompañarnos a Oslinna, pero aún se estaba recuperando y Jinyoung necesitaba que lo ayudara con los otros rastreadores. Changbin insistió en ir, y aunque al principio me opuse, después pensé que necesitaríamos toda la ayuda disponible.
—Se ve peor de lo que imaginé —dijo Seungmin envolviéndose con sus propios brazos.
—¿A esto es a lo que te estás enfrentando? —me preguntó Changbin, observándome—. ¿A la gente que cometió tal atrocidad?
—Por el momento no nos enfrentamos a nadie —contesté en el acto para interrumpir sus ideas—. Vamos a retirar escombros, a ayudar a los supervivientes y a movilizar a los refugiados. Eso es lo único que nos debe preocupar ahora.
Hyunjin levantó una pesada rama, atravesada en el camino que conducía al palacio; era un sendero de losas, pero muchas ya no estaban en su lugar; se las podía ver sobre el césped.
Minho y yo nos acercamos al palacio con la mayor dignidad y empatía posibles aunque, claro, esta última nos resultaba muy natural porque era difícil no sentirse devastado ante tal catástrofe.
Las puertas del palacio se abrieron antes de que llegáramos y por ellas salió una chica apenas un poco mayor que yo. Tenía el cabello oscuro sujeto en un moño desaliñado; su cara y su ropa estaban llenas de lodo y cenizas. Era más bajita que yo y daba la impresión de que estaba a punto de echarse a llorar.
—¿Tú eres el príncipe? —me preguntó.
—Así es. Soy el príncipe de Förening —contesté. Luego señalé a Minho y agregué—: Él es mi esposo y estamos aquí para ayudaros.
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3.Renacimiento - Hyunlix/Chanlix
FantasyEl destino de Felix parece estar sellado. Se avecina una guerra y todo lo que ha sacrificado para conseguir la paz y el equilibrio del pueblo Trylle pende de un hilo. Los acontecimientos se precipitan y lo encaminan hacia un final inesperado. ¿Conse...