𝙿𝚛𝚘́𝚕𝚘𝚐𝚘.

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Una joven chica corría hacia la avenida principal sujetando su bolso con una mano para que nada se le fuera a caer de él. Esquivaba a la gente que iba por la acera y se disculpaba con ellas cuando las pasaba a llevar. Sin embargo, ni siquiera se molestó en mirar a ambos lados antes de cruzar la avenida; pero sí tuvo la precaución de esquivar los autos e ignorar los insultos enfurecidos que gritaban sus conductores.

Por suerte para todos, la chica llegó al otro lado de la calle sana y salva; con la respiración agitada y su corazón latiendo con fuerza. Decidió tomarse unos cuantos segundos para calmarse antes de seguir las direcciones de los letreros que la llevaban al subterráneo.

Bajó las escaleras con un poco más de calma, sujetándose del barandal para no caer y fijándose exclusivamente en los peldaños solo porque era algo que le gustaba hacer. Levantó un poco la mirada hasta el final de las escaleras y frunció el ceño cuando notó algo al final de ellas que llamó por completo su atención.

Se detuvo justo un peldaño más arriba de donde estaba tirado aquel objeto y miró a su alrededor para comprobar que nadie notara lo que estaba apunto de hacer. Y en realidad, como nadie reparaba en la presencia de la chica, ella bajó el último escalón de un salto y se agachó a recoger aquel objeto tan extrañamente llamativo a sus ojos.

Resultaba ser una libreta de viaje forrada con cuero café. Esta no era ni muy grande ni muy pequeña y sabía que cabía perfectamente en el bolsillo de una chaqueta. La balanceó en sus manos antes de girarla entre ellas y decidirse a abrirla, realmente curiosa por lo que pudiera encontrar allí.

Giró la primera página y se encontró que, justo allí en una esquina, y escrito con una prolija caligrafía, rezaba el nombre de su dueño.

Edmund Pevensie.






-Kiss.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora