𝙴𝚡𝚝𝚛𝚊 𝙸𝙸

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𝐿𝑜𝑠 𝑅𝑒𝑦𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝐴𝑛𝑡𝑎𝑛̃𝑜.



"...Y desde esa tarde de caza, ninguno de los reyes de Narnia fue visto otra vez. Sus caballos volvieron solos al castillo y trajeron consigo todas las pertenencias de los reyes, a excepción del cuerno de la reina Susan que se extravió en lo profundo del bosque.

Se dice que los reyes pudieron haberse perdido en algún abismo mágico. Otros -los más escépticos- afirman decir que los reyes simplemente decidieron abandonar Narnia. Pero de lo único que se puede tener certeza sobre la desaparición de los reyes, es que el reino no volvió a ser el mismo desde entonces.

Los narnianos estaban de luto por sus soberanos y la tristeza por su pérdida los hizo recaer en un espíritu de desesperanza del que solo se había visto en los tiempos en que la Bruja Blanca gobernaba sobre la tierra-..."

—Helena.

La chica levantó la cabeza con rapidez y cerró el libro con fuerza cuando vió a Caspian acercarse a su puesto. Sonrió apretando los labios y se removió en su puesto para darle un poco de espacio al chico dentro del descanso de la ventana.

—¿Otra vez leyendo ese libro?

Helena suspiró pesado y acarició la tapa de pasta dura con su pulgar. Recorrió los diseños en dorado con sus ojos y leyó el título en su mente con cierta tristeza.

"Los Reyes de Narnia: Sus Inicios y El Fin de Una Era"

—Me gusta —se alzó de hombros y miró por la ventana.

Reepicheep estaba abajo practicando con su espada mientras conversaba con Trumpkin que estaba comiendo una naranja.

—Es la cuarta vez que lo lees... —Caspian buscó su mirada y Helena suspiró nuevamente al ver la expresión de compasión que el chico le dedicaba —En menos de tres días...

—Hago lectura rápida.

—Helena...

La chica hizo una mueca ante su tono porque sabía perfectamente lo que quería decir.

Hace poco más de una semana que los Pevensie se habían ido de Narnia por el portal que Aslan había creado. Poco más de una semana en la que ella quedó "sola" en un mundo desconocido; y poco más de una semana en la que Edmund se había ido.

No se arrepentía de sus decisiones. En lo absoluto. Sin embargo, y hasta ahora, han sido varias noches en vela en las que Helena lloraba por la ausencia de sus amigos y por extrañar a su familia.

Y eso, añadido con la nueva responsabilidad en sus hombros de apoyar a Caspian a dirigir un reino, quizás le estaban pasando la cuenta.

Tal vez era el cansancio; su corazón aún magullado por los fuertes sentimientos que tuvo ese día de despedida; o el poco descanso que ha tenido en la última semana. O incluso, todo eso junto.

Unas moradas ojeras se marcaban bajo sus ojos, sus labios estaban secos por tanto lamerlos por el estrés y su estado de ánimo había estado por el suelo en los últimos días. Además, y por no mencionar lo deplorable que se veía. Helena realmente parecía ser la viva imagen de la miseria.

Y quizás es por eso que el Doctor Cornelius decidió regalarle aquel libro que relataba -a grandes rasgos- las historias y hazañas que sus amigos habían hecho en Narnia hacía más de doscientos años. Y, por un momento, todos habían creído que con ese regalo Helena se sentiría mucho mejor. Especialmente cuando vieron la enorme sonrisa y ojos brillantes de la chica al recibir el libro en sus manos.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora