𝙳𝚒𝚜𝚝𝚊𝚗𝚌𝚎 𝙱𝚎𝚝𝚠𝚎𝚎𝚗 𝚄𝚜 (capitulo extra)

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𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎 𝐼:
"𝐸𝑙 𝑐𝑢𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑛̃𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝐶𝑎𝑠𝑝𝑖𝑎𝑛"



Helena despertó temprano ese día, aunque en realidad, a su cuerpo ya se le había hecho costumbre y ahora despertaba naturalmente a esa hora de la madrugada todos los días.

Al principio, maldecía a todos los seres divinos que conocía por su nula habilidad para poder volver a dormirse; y ahora, y con el paso del tiempo, descubrió que en realidad podía sacarle provecho a eso y levantarse temprano.

A veces, usa sus mañanas para organizar sus deberes del día y adelantarlos, o también para entrenar y curiosear las armas que Glenstorm aún no le dejaba usar.

Otros días, como el de hoy, simplemente le gustaba ir al balcón (ese que era su favorito) y admirar el amanecer hasta que ya fuera hora del desayuno.

Y es que había algo simplemente romántico, o poético, en los amaneceres en Narnia. Con el sol apareciendo lentamente por entre las montañas e iluminando todo a su paso con suavidad, o el reflejo de los rayos dorados en cada una de las gotas de rocío que había en las hojas del césped haciendo que las grandes praderas narnianas parecieran ser de oro.

Generalmente, se sentía afortunada por poder apreciar tal espectáculo cuando quisiera y todas las mañanas.

—Señorita Helena —le llamó una ardilla caminando cuidadosamente por la orilla del balcón —. El desayuno está servido.

—Gracias, Rhysy. Iré en un minuto —la ardilla asintió y bajó al suelo de un salto antes de desaparecer corriendo con sus pequeñas patitas.

Helena grabó, una última vez, el paisaje en su cabeza y giró en sí misma para dirigirse hasta el comedor en el que sabía que la esperaban.

Entró a la habitación con una sonrisa y deseó los buenos días a todos los que ya estaban sentados allí. Tomó asiento en su lugar habitual, junto a Trumpkin, y miró todos los manjares dispuestos en la mesa.

En un principio, Helena no podía evitar asombrarse por la inmensidad de comida que servían; pues la mesa suele llenarse de múltiples platillos que involucran casi todos los alimentos disponibles en Narnia. Pero luego, descubrió, no solo que todo ahí sabía delicioso, sino que esa gran cantidad de comida era con el motivo especial de la mucha comida que suelen servirse los centauros y minotauros, y que en realidad, esa montonera de comida era la suficiente para todos en la mesa.

Helena echó en su plato unos bollos tradicionales de Telmar (que Caspian le enseñó, ya que son sus favoritos), y trozos de fruta para desayunar. Siempre le ha gustado comer cosas dulces durante el desayuno, y aunque estuviera en otro mundo, las costumbres no iban a cambiar.

Miró a su otro lado, al puesto de la cabecera, cuando notó lo silencioso que estaba ahí, y frunció el ceño confundida al no ver a Caspian sentado y desayunando como lo hace siempre.

—¿Le sucede algo a Caspian? —preguntó a Trumpkin. Él terminó su bebida y dejó la taza sobre su platillo antes de contestar; su labio superior aún tenía un poco de la espuma de su jugo.

—No lo he visto cuando bajé —dijo pinchando un pedazo de fruta y llevándolo a su boca. Continuó hablando con la boca llena —. Pero anoche lo ví en su oficina... Quizás se le ha pasado la hora y no se ha enterado del desayuno.

Helena asintió de acuerdo y Trumpkin volvió a lo suyo echando otro pedazo de fruta a su boca.

Caspian a veces solía enfocarse tanto en su trabajo como rey y su propuesta de esparcir la paz en toda Narnia, que había días, en los que no se le veía rondar por el castillo o siquiera que saliera a comer. Y era ahí, cuando Helena intervenía con un gran plato de galletas y una charla en la que le explicaba la importancia de recibir la luz del sol en la piel de vez en cuando. Esta vez no iba a ser diferente.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora