𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚅𝙸𝙸

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La mañana ya había llegado hace unas pocas horas y Helena no podía evitar sentirse ansiosa por la llegada de los soldados. Por obvias razones, ni ella ni Lucy habían podido recibir noticias sobre los chicos. Helena intentaba distraerse repasando los tallados de las murallas o buscando conversación con algún narniano. Lucy, por otro lado, estaba igual de nerviosa que ella; caminando en círculos frente a Helena mientras se mordía las uñas.

Ambas chicas habían pasado la noche en vela por culpa de la ansiedad; aunque tampoco es como que realmente hubiesen deseado ir a dormir ese día. Así que como forma de distracción para mantenerse cuerdas a la espera de los reyes, decidieron mantener largas conversaciones de cualquier cosa que se les viniera a la mente en ese instante.

La mayoría de ellas eran cosas sobre Narnia y sobre sus vidas en Inglaterra.

Una centauro llegó trotando hasta la habitación en la que estaban y miró a Lucy con esperanza brillando en sus ojos.

—Reina Lucy, señorita Helena — saludó en una leve reverencia —. Ya llegaron las tropas.

Sin dudarlo ni un segundo, agradecieron a la centauro y salieron de la fortaleza junto a ella; entrecerrando los ojos ante la fuerte luminosidad del día. Lucy se adelantó unos pasos para correr hacia sus hermanos, pero se detuvo abruptamente cuando notó las caras que ellos traían.

Algo salió mal.

Menos de la mitad de la tropa que había ido al castillo telmarino venía caminando detrás de Peter y Caspian. Ninguno de ellos decía nada y mantenían caras serias con ceños fruncidos y miradas de enojo. Con frustración.

Helena buscó con la mirada a Edmund sin poder pillarlo en ningún lado. Sus ojos se abrieron al pensar lo peor.

—¿Qué pasó? —preguntó Lucy preocupada.

—Pregúntale a él —respondió su hermano mirando hacia el príncipe.

—Peter —reprendió despacio Susan.

—¿A mí? —preguntó incrédulo Caspian deteniendo sus pasos para enfrentar al rubio —Pudimos habernos retirado antes. Aún había tiempo

—No lo había gracias a tí —dijo Peter —Si hubieras seguido el plan esos soldados aún estarían vivos.

—De habernos quedado aquí como lo sugerí, ¡Definitivamente estarían vivos! —alzó la voz Caspian.

—Tú nos llamaste, ¿Recuerdas?

—Ese fué mi primer error —dijo el príncipe.

—No —respondió Peter dándole la espalda —. Tu primer error fué creer que podías ser un líder.

—¡Hey! —gritó con fuerza. Peter volteó a verlo impío — Yo no fuí el que abandonó Narnia.

—Ustedes invadieron Narnia —le apuntó el rubio con enojo —¡No tienen derecho a gobernarla! —Caspian lo empujó hacia un lado para caminar hacia el interior de la fortaleza —Tú, él, tú padre... Narnia es mejor sin ninguno de ustedes aquí.

Caspian se volteó hacia Peter enfurecido mientras sacaba su espada, chocándola con la del rubio. Ambos preparados para enfrentarse en un duelo si era necesario.

—¡Alto! —gritó Edmund apareciendo a lo lejos junto a Glenstorm que cargaba a Trumpkin en sus brazos. Ambos chicos bajaron sus espadas y miraron al enano preocupados.

Lucy corrió hacia Trumpkin y se agachó junto a él antes de darle una gota del Cordial que se le fué entregado.

Helena vió a Caspian ingresar al mausoleo y le dedicó una incómoda sonrisa que él no se molestó en responder. Decidió entonces, acercarse hacia donde yacía Trumpkin y miró la escena desde arriba a un lado de Nikabrik, el otro enano.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora