𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙸𝚇

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El duelo entre Peter y Miraz había comenzado hacía tan solo unos minutos y ambos se dedicaban con fuerza en sus ataques y arremetidas contra el otro. Ninguno de los golpes caía con piedad y los gruñidos del esfuerzo que realizaban retumbaba fuerte dentro de sus cascos.

A pesar de no ser el primer duelo que Helena veía desde que había llegado a Narnia, jamás en su corta estadía en ese mundo había visto uno tan apasionado como ese. Donde sin duda alguna, se dejaba ver toda la experticia de cada uno con la espada. Y es que no era para menos, después de todo, Peter y Miraz se jugaban la vida en esos momentos.

Los gritos de aliento de los narnianos se oían con fuerza a espaldas de Helena que estaba junto a Edmund y Glenstorm. A pesar de que ella no podía ver a los narnianos, sabía que cada uno de ellos miraba atentamente el duelo con toda la esperanza puesta en la victoria de Peter y la total evasión de una guerra. Rogándole a Aslan para que protegiera al chico y que trajera la paz y prosperidad de vuelta a Narnia.

A Helena se le erizaron los pelos de la nuca cuando, en un golpe seco con su escudo, Miraz golpeó a Peter lo suficientemente fuerte como para quitarle su casco.

—¡Peter!

El rubio esquivó la espada de Miraz mientras se agachaba y respondía al ataque haciendo un corte preciso en la pierna del hombre. Miraz se quejó siseando a la vez que se apartaba un poco de Peter mientras cojeaba.

Ambos aprovecharon esos segundos para poder tomar un respiro y volver al ataque al mismo tiempo con un grito de guerra. Peter rodó por el suelo al esquivar la espada levantándose con agilidad para atacar con ganas. En un movimiento incorrecto, el chico cayó de espaldas y Miraz aprovechó para atacar pisando con fuerza el escudo que Peter aún sostenía, dislocando su brazo. El rubio gritó del dolor.

Helena siseó haciendo una mueca y sostuvo la mano de Edmund por la impresión. Volteó a verlo con los ojos abiertos al notar su acción y soltó su mano con rapidez cuando su mirada se topó con la de él. Giró la cabeza algo sonrojada y notó al oso que estaba junto a ella taparse la boca en un gesto sorprendido.

Peter rodó por el suelo nuevamente mientras se defendía de cada golpe que Miraz ejecutaba con sus espada; fué entonces que Peter logró hacerlo caer con una zancadilla para así ganar ventaja y poder levantarse.

Sin embargo, la llegada de Caspian y Susan que venían a caballo, logró distraer a los duelistas.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Helena confundida, a lo que Edmund solo se alzó de hombros sin saber.

Para cuando Caspian y Susan llegaron a su lado, Peter y Miraz habían acordado unos minutos de descanso.

—¿Y Lucy? —preguntó Peter sin aliento.

—Lo logró —contestó Susan y luego miró a Caspian —. Aunque con algo de apoyo...

—Gracias —dijo sincero Peter al príncipe.

—Estabas ocupado.

Ambos se dedicaron una sonrisa de labios apretados.

—Vayan arriba —dijo Peter —. Yo dudo que los telmarinos vayan a cumplir su palabra.

El grupo volteó a ver hacia Miraz que, junto al general y un par de lores, parecían cuchichear en una discusión.

Susan se acercó a su hermano mayor y le dió un fuerte abrazo del que se separó rápidamente cuando lo escuchó quejarse del dolor.

—Lo siento.

—Descuida.

—Ten mucho cuidado.

Edmund, que había vuelto a ver a los narnianos, hizo un gesto discreto hacia su hermano.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora