𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚇𝙸𝙸

2.4K 168 40
                                    

A la tarde siguiente, Aslan convocó al nuevo pueblo narniano y a los reyes para una reunión en la plazoleta del reino. Solo dejando como pista que tenía un anuncio importante para todos y, especialmente, para los ciudadanos originarios de Telmar.

Edmund y Helena no estaban muy contentos de estar ahí para ser sinceros; habían pasado un maravilloso día junto al otro y el que hubiesen tenido que interrumpir sus planes para lo que restaba del día no les había sentado muy bien. Sin embargo, ambos sonreían dulcemente al público mientras oían las palabras de bienvenida que Aslan dirigía.

Luego, fué Caspian quién tomó la palabra ubicándose en el centro de todos.

—Narnia le pertenece a los narnianos tanto como le pertenece a los hombres —comenzó diciendo en voz alta —. Cualquier telmarino que quiera quedarse y vivir en paz, es bienvenido. Pero para cualquier otro que lo desee, Aslan podrá regresarlos a la tierra de nuestros antepasados.

Los murmullos de conmoción no se hicieron esperar después de las palabras del nuevo Rey.

—¡Hace generaciones que nos fuimos de Telmar! —alzó la voz un hombre desde el público.

—No nos referimos a Telmar —intervino Aslan con voz tranquila —. Sus ancestros fueron bandidos marinos... Piratas que encallaron en una isla. Ahí encontraron una cueva, un abismo que los trajo hasta acá desde su mundo —aclaró —. Del mismo mundo al que pertenecen nuestros reyes y reinas —añadió mirando a los hermanos —. Yo los puedo regresar a ese mundo... Es un buen lugar para cualquiera que desee un nuevo comienzo.

Helena miró a Edmund de reojo y notó que él estaba haciendo exactamente lo mismo, y no pudo evitar sonreír dulcemente, intentando ocultarse bajo su mano.

—Yo iré —habló desde entre el público el ex general del ejército telmarino —. Yo acepto la oferta.

—Nosotros también —dijo la tía de Caspian cargando a su bebé en brazos.

—Como ustedes fueron los primeros en hablar, su futuro en ese mundo será bueno —aseguró Aslan antes de soplar levemente sobre sus rostros provocando que, en el gran árbol de la plazoleta, se abriera un portal que dejara ver el abismo del mirador a través del tronco.

El general y Prunaprismia caminaron hacia el portal, y sonrieron a Caspian en un gesto de despedida, antes de pasar bajo el umbral del árbol desapareciendo al instante. Un gran sonido de exclamación y sorpresa provino del público y la conmoción se estableció en ellos una vez más.

—¿Cómo sabemos que no nos está guiando a nuestra propia muerte? —preguntó un telmarino desde el fondo.

—Señor —se dirigió Reepicheep al león —, si mi ejemplo le puede ser útil, puedo llevar a once ratones al otro lado sin demora.

Aslan se mantuvo en silencio y miró a los reyes de antaño; precisamente a los hermanos mayores.

—Nosotros iremos —anunció Peter.

Helena tragó duro.

—¿Lo haremos? —preguntó Edmund confundido.

—Nuestro tiempo aquí ha terminado —respondió buscando apoyo en Susan, quién le sonrió con los labios apretados —. Después de todo...aquí ya no nos necesitan —añadió caminando hacia el nuevo rey de Narnia para entregarle su espada.

Caspian la tomó en sus manos y luego miró a Peter con decisión.

—La cuidaré hasta que vuelvan.

—Me temo que ese es el problema —habló Susan desde su lugar —. No regresaremos.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora