𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙸𝙸

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Después de que Peter decidió ir en busca de una respuesta de todo lo que pasó en Cair Paravel, los chicos se alistaron para salir en la expedición; se cambiaron ropa y se equiparon con sus armas. Helena usaba uno de los vestidos que le regaló Susan y Peter le entregó un par de dagas para que tuviera algo con qué defenderse en caso de ser atacados.

Helena mentiría si dijera que no estaba emocionada por todo lo que le pasaba. Llevaba poco tiempo en Narnia, pero sin dudas, le encantaba estar en ese mundo mágico e ir en expediciones como lo hacían los héroes en los libros que leía.

Sin embargo, quería creer que no iba a tener que participar en ninguna guerra y simplemente irían directo hacia un lindo final feliz.

—¿Y qué se supone que estamos buscando? —preguntó Helena cortando el silencio que hace rato cubría a todos.

Caminaban cerca de la desembocadura de un río que venía por el lado de un enorme bosque con frondosos árboles.

—Algo extraño que quizá pueda indicarnos qué pasó con el castillo —respondió Susan delante de ella.

Helena asintió y levantó la vista hacia el río, frunciendo el ceño cuando vió a lo lejos a dos personas con armadura sentadas en un bote. Avanzaban lentamente y parecían estar conversando.

—¿Algo como eso? —apuntó hacia ellos.

Los hombres se habían detenido a mitad del río revelando a un enano que tenían de rehén y que planeaban ahogar.

Susan se apresuró en correr y disparar una de sus flechas sin dar aviso logrando asustar a los hombres.

—Sí, algo como eso —dijo Peter antes de correr.

—¡Suéltenlo! —gritó Susan apuntándolos con otra flecha. Peter y Edmund sacaron sus espadas listos para una pelea.

Los hombres se miraron entre sí e hicieron caso a las órdenes de Susan, lanzando al enano directamente al agua. Peter y Edmund corrieron hacia el río al mismo tiempo que uno de los hombres tomaba una ballesta con intenciones de atacarlos. Sin embargo, Susan fué más rápida y le disparó en el hombro haciendo que cayera al agua abatido y que su compañero se rindiera lanzara al río por voluntad propia.

Helena no pudo ver a Peter luego de que se sumergiera para salvar al enano, pero sí pudo ver a Edmund nadar hacia el bote y jalarlo por una cuerda para llevarlo a la orilla.

A los pocos segundos que Edmund instaló el bote en la arena, Peter sacó al enano del agua y lo arrastró por la orilla dejándolo sobre la arena aún amarrado de manos y pies. Lucy no tardó en cortar las cuerdas con su daga para poder liberarlo.

Cuando el enano expulsó toda el agua de sus pulmones, miró a Susan con enfado.

—"¿Suéltenlo?" —habló enojado con la voz entrecortada intentando recomponerse —¿No se te ocurrió nada mejor?

—Con un simple "gracias" hubiera bastado —respondió Susan molesta por su poca cortesía.

—Creo que él tiene algo de razón —susurró Helena a Edmund, quién rió despacio por su comentario.

—Ellos no necesitaban tu ayuda para ahogarme —apuntó al río.

—Quizás deberíamos haberlos dejado —habló Peter igual de molesto.

—¿Por qué te querían matar? —preguntó Lucy.

—Son telmarinos —respondió el enano —. Es lo que hacen.

—¿Telmarinos? —cuestionó Edmund confundido —¿En Narnia?

—¿Dónde han estado durante los últimos cien años? —preguntó el enano con tono bromista pero aún intentando recuperar la respiración.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora