𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚅𝙸

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—Buenos días.

Helena giró su cabeza por ambos lados al escuchar su voz y sonrió amable cuando vió a Edmund llegando desde atrás de ella.

—Buenos días —respondió tomando su espada que estaba sobre la mesa —. ¿Estás listo para que te destruya?

—¿Destruido por tí? —se burló el chico —Sí claro.

—No me subestimes, Ed —dijo Helena viendo como el chico repetía su acción y tomaba su espada —. Reepicheep me enseñó un par de cosas ayer cuando estabas en esa reunión.

Edmund levantó una ceja.

—¿Estuviste practicando con Reepicheep?

—Es un poco rudo para enseñar, pero es un buen maestro —Helena se encogió de hombros.

Edmund asintió mientras caminaba hasta estar unos metros frente a ella con espada en mano.

—Bien. Veamos lo que tienes.

Helena se puso en posición justo como se lo habían enseñado y respiró profundamente antes de hacer cualquier movimiento. Se fijó en Edmund y en que estaba en exactamente la misma postura que ella. No pudo evitar reír un poco.

Giraron en círculos sin darse la espalda y sin quitarse los ojos de encima, esperando atentamente a que el otro atacara. Sin embargo, ninguno parecía realmente querer dar el primer paso para iniciar el duelo.

Edmund entrecerró los ojos y sonrió de lado justo antes de lanzar un golpe con la espada que, afortunadamente, Helena pudo bloquear con facilidad generando un ruido seco por el choque de los metales.

—Chicos, oigan —los llamó Peter apareciendo por un costado y cortando cualquier pelea de miradas en la que hubiesen quedado Edmund y Helena después de su bloqueo —. Lamento interrumpir su... entrenamiento... —aclaró su garganta mirándolos a ambos — Pero vamos a hacer una reunión ahora y los necesitamos. A todos.

Y sin siquiera esperar una respuesta, el rubio se dió la vuelta para ir hacia el mausoleo de Aslan dejándolos atrás. Helena miró a Edmund confundida y él solo alzó los hombros sin entender el comportamiento de su hermano.

Todos estaban reunidos alrededor de la mesa de piedra escuchando atentamente las palabras de Peter. Resultaba ser que ese día, temprano por la mañana, uno de los faunos encargados de vigilar el campamento vió a un soldado telmarino merodeando por el lugar, lo que solo podía significar una cosa; y es que ellos ya sabían de la existencia de los narnianos y del regreso de los reyes de antaño.

—Es solo cuestión de tiempo —dijo Peter —. Las tropas y máquinas de guerra de Miraz están en camino —afirmó recordando el puente que estaban construyendo los telmarinos —. Lo que significa que esos hombres no protegen el castillo...

—¿Y usted qué propone que hagamos, majestad? —preguntó Reepicheep.

Peter y Caspian se apresuraron a hablar al mismo tiempo causando que ambos se miraran entre sorprendidos y molestos; de todos modos, finalmente fué un avergonzado Caspian quien le cedió el turno para hablar a Peter .

—Oh, oh —susurró Helena al ver la interacción. Edmund asintió entendiendo sus palabras.

—Nuestra única esperanza es ser los primeros en atacar —habló Peter con seguridad.

—Eso es una locura —dijo Caspian al rubio —. Nunca han penetrado ese castillo.

—Siempre hay una primera vez —replicó Peter desafiando al príncipe con la mirada.

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 -  𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora