Capítulo 11

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Aegon estaba buscando a sus sobrinos por todo el castillo, pero no lograba encontrar ni un mísero rastro de dónde se metieron los Velaryon. El Targaryen mayor admitiría que estaba muerto de miedo de que la sombra apareciera de nuevo y el estuviera solo.

El nunca había estado tanto tiempo lejos de la fortaleza, pero tenía que admitir que el castillo Harrenhall le gustaba mucho, quizás no era ostentoso como el castillo, pero tenía un aire cálido y pacífico que nunca sintió en los pasillos reales.

Curioso que dijera eso de un lugar que está malditos, pero así lo sentía, aunque podría vivir feliz sin ver de nuevo a esa espantosa sombra.

Pensó en la reacción de Jacaerys y Lucerys con la sombra y solo aumentaron sus preguntas. Sus sobrinos se asustaron con la sombra, pero Aemond y el parecían mucho más aterrados y preocupados por lo que esa cosa podría hacerles.

Daeron dijo que los Velaryon venían a refugiarse aquí cada vez que quieran y ya conocían a esa sombra, pero eso no explica porque no le temen a una cosa extraña y fantasmagórica.

En este momento le gustaría preguntarle al Jacaerys adulto que respondía todas sus preguntas con dulzura y paciencia.

Le gustaría sentir un cálido abrazo del castaño mayor y que este le dijera que todo iba a estar bien.

El simplemente quería y necesitaba a Jacaerys de vuelta.

Adoraba al niño, pero no es lo mismo y el haría hasta lo imposible por tener a su príncipe de vuelta.

También quería salvar su pobre pellejo de su tío Daemon y su amada espada, por un momento su mente divagó a lo que Daemon les haría si no arreglaban la situación y decidió que le iría mejor lanzándose a las fauces de Vhagar que enfrentarse a la furia de Daemon Targaryen.

Quizás aún estaban a tiempo de huir en sus dragones a Dorne y pedir refugio a los Martell, los soles por lo menos les darían algo de clemencia.

Los Arryn también podrían esconderlos, pero Lady Jeyne odiaba a su madre y no quería generar conflictos con su equivocación, aunque técnicamente la culpa era de Aemond y sus lecturas extrañas, pero no podía culpar al pobre tuerto por su metida de pata, mucho hacía su pobre hermanito con esa vista ciega.

Debió haber esperado que sus hermanos cocinarán esa carne y luego ir a buscar a sus sobrinos, pero la curiosidad le ganó y ahora el hambre le estaba ganando.

También estaba sediento y deseaba una copa de delicioso y fresco vino, pero su aburrido hermano no lo dejaría beber ni una copa, aunque podría robarle un poco.

Recordó las palabras de su hermano y tuvo que admitir que no se sentía horrorizado de que su madre cometiera esos crímenes, el era el hijo problema y conocía los alcances de su madre para imponerse sobre los demás.

Es toda una sorpresa que el resto de la corte no se haya enterado de los alcances de la reina Hightower para este punto.

Aemond nunca podría entenderlo, el era hijo predilecto y consentido de Alicent desde que aprendió a hablar, su pequeño hermano nunca haría nada que disgustara a su madre y eso lo llevó a pensar en Lucerys.

El sabía que su hermano y sobrino se amaban, pero nunca podrían estar juntos, por lo menos no mientras su madre siga viva.

Alicent Hightower jamás permitiría que su hijo preciado se casará con uno de los chicos Velaryon y Aemond jamás se revelaría contra su madre, ni siquiera por Luke y su sobrino no iba a esperar eternamente.

No quería ser tan sombrío respecto al destino de la pareja, pero conocía lo suficiente a todos los involucrados para saber de antemano lo que sucedería y como acabaría todo.

Por su parte, el ya sabía que tenía que recuperar el corazón de Jacaerys y no tendrían ningún obstáculo para estar juntos y ser felices el resto de su vida.

Probablemente los que tenían el camino más fácil eran Daeron y Joffrey desde el principio, su hermano era osado, impulsivo y valiente.

Nadie podía decirle a Daeron Targaryen que debía hacer o cuando hacerlo, quizás por eso lo apodaron "El Osado".

Joffrey era el Velaryon más pequeño y al tenía todo el apoyo de su madre, padre, abuelos y hermanos, aunque eso es algo que todos los Velaryon tienen en común.

Rhaenyra crío a los príncipes perfectos, pero también los crío para ser hombres decididos, capaces y fuertes que luchen hasta el final y nunca se den por vencidos.

Es una lástima que su hermana y Daemon los tomarán bajó su ala cuando ya eran mayores o quizás serían personas diferentes, aunque Daeron siempre estuvo juntó a los Velaryon pese a que su madre quiso enviarlo a Antigua.

El solo podía esperar que Jace le diera una oportunidad para demostrarle que podía estar a la altura de ser su compañero.

Algunos dirían que es una tontería que el quisiera cambiar solo para estar con Jacaerys, pero ese no era el único motivo y por primera vez se admitió para si mismo que odiaba la persona en que se había convertido.

En este pasillo desolado Aegon Targaryen miró por primera vez en su interior y no le gustó nada lo que vió allí. Se había convertido en un borracho indigno y vulgar que no merecía el título con el que nació, pero estaba decidido a cambiar y demostrarse a sí mismo y a los demás que podía actuar como un verdadero príncipe Targaryen.

Comenzaría con pedirle disculpas a su familia por todas las molestias que les causó en estos años y arreglaría todos sus problemas con Jacaerys. El sería el mejor príncipe consorte para el mejor rey que los 7 reinos hayan tenido jamás.

También iba a enmendar todo el daño que los Hightower causaron intencional y accidentalmente, no podía arreglar todos los daños que hicieron, pero haría todo lo posible por compensar esas faltas y guíar a su familia por un mejor camino.

Quizás estaba exagerando demasiado con este momento de autoevaluación y las cosas no serían tan fáciles como el las estaba imaginando, pero estaba decidido y él era un orgulloso príncipe Targaryen que podía lograr cualquier cosa.







Holaaaaaaaaa
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