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Pov. Sparta:

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza. Ni siquiera estaba durmiendo en mi cama, sino en el piso de la sala. Busqué mi celular para verificar que hora era; las once con veinticinco de la mañana. Ya era demasiado tarde como para ir al instituto, o sea, hoy tengo falta. Increíble.

—¿Qué mierda pasó ayer? —Murmuré, sobándome la cabeza.

Traté de recordar lo que sucedió pero solo recuerdo haberla pasado muy bien en la casa de Raptor, vagos recuerdos de nosotros riendo y bebiendo, después de eso mis recuerdos son borrosos, confusos, no recuerdo cómo ni cuándo llegué a mi casa.
Llamaría a Raptor para que cuente lo que hicimos ayer, pero ahora está en clase y no quería interrumpirlo.

—Ya era hora de que te levantarás. —Una voz familiar habló desde la cocina.

No recordaba haber invitado a mi hermano o algún amigo a mi casa, al menos no cuando estaba sobrio, pero al estar ebrio ni recuerdo lo que hago o digo.

—¿Disculpa, quién eres? —Pregunté, caminando hacia la cocina.

Al llegar pude apreciar a un peliazul sentado en el mesón, viendo su celular. ¡Ya lo recordé! El chico de ayer...el primo de Raptor, cuyo nombre no recuerdo.

—Ya me estaba preocupando, tú ahí todo tirado como una ardilla atropellada. Casi, casi iba a llamar a la ambulancia. —Bromeó, dejando su celular a un lado.

—¿Qué? Oye, tú por pura casualidad ¿sabes qué pasó ayer?

—Eeeh, pues si, ¿tú no?

—No, no sé que hice ayer o como llegué aquí, ni siquiera recuerdo tu nombre.

El peliazul escuchaba atentamente lo que decía y cuando termine de hablar, él empezó a reírse.

—Hombre, ni siquiera bebimos tanto. —Habló.

—¿Cuándo dices "ni siquiera bebimos tanto" te refieres a las seis botellas que tomamos?

—Ni que cada uno haya tomado seis botellas, pero ya da igual. A lo que iba, fui yo quien te trajo a casa y por eso estoy aquí.

—Ah, vale...¿Hice algo vergonzoso ayer?

—Uhm...no de lo que yo recuerde. Quizás deberías preguntarle a Raptor, porque por unos minutos se quedaron solos, sucedió algo y ya después Raptor me pidió que te llevara a tu casa.

—Ok, espérate un momento, ¡¿cómo sabe dónde vivo?! —Reclamé, algo nervioso.

—No tengo la menor idea. —Respondió, encogiéndose de hombros.

—¿Por qué tú me llevaste a mi casa y no fue él?

—¡Ay, Sparta! No soy Google para responderte todas tus preguntas.

Ni siquiera estaba prestando atención a los reclamos del chico, mis pensamientos solo estaban enfocados en recordar lo que hice ayer y el motivo de la actitud de Raptor. Se habría ofrecido a acompañarme a casa, pero no lo hizo, sino que envió a su primo. Esto no era algo que él haría, a menos que yo hubiera dicho o hecho algo que lo enojara, de alguna manera.

—Tengo que irme. Te veo después, Sparta.

—Vale, nos vemos luego. —Respondí, con una voz monótona.

El peliazul caminó hasta la puerta principal y antes de salir gritó:

—¡Por cierto, mi nombre es Flex!

[ . . . ]

Había ido a mi trabajo, pues como falté al instituto ir a trabajar de mañana sería una buena excusa para darle a mi padre. Hoy me tocaba atender, así que estaba en el mostrador esperando que algún cliente llegue pero este lugar estaba demasiado vacío, sin embargo, es mejor así porque puedo descansar y comer algún postre sin tener que pagarlo; lo único bueno de ser el hijo del jefe.

Un amor sincero [ Spartor ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora