𝟒: 𝐆𝐎𝐑𝐆𝐄𝐎𝐔𝐒

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You make me so happy, it turns back to sad
There's nothing I hate more than what I 𝐜𝐚𝐧'𝐭 have
You are so gorgeous it makes me so mad.

La mañana del ocho de marzo llegó, lo primero que la menor de los Pérez pudo notar fue su insoportable dolor  de cabeza. Soltó un pequeño quejido, acomodándose en la cama mientras abría los ojos, encontrándose con una imagen que no había visto antes, ni en sus sueños más locos. Era Carlos, que dormía a su lado placenteramente, su brazo moviéndose en busca de ella, quien había estado a su lado hasta antes de despertarse.

    ───Ay, no mames.    ───murmuró la mexicana, dejándose caer en la cama de nuevo. ¿Había hecho algo con Carlos?, ¿cómo había llegado el español hasta Guadalajara?, ¿o era lo suficientemente impulsiva para tomar un vuelo a Madrid para verlo?, maldijo a todo el tequila que tomó la noche anterior y a su amiga, por insistir en que hicieran otra ronda de shots.

     Cerró los ojos, tal vez estaba soñando. Para bien o para mal, no lo estaba, los recuerdos de la noche atención aparecieron lentamente, eran borrosos y pocos pero recordaba claramente pedirle a Carlos que durmiera su lado,  sabía que no lo hubiera hecho de no ser por el coraje que el alcohol le otorgó. Viendo al español descansar a su lado: con su cabello cayendo de forma perfecta, sus labios ligeramente curveados y esos brazos torneados en los que ella había dormido,  sabía que no se arrepentía. Podía quedarse en esa habitación de hotel, fingiendo que eran sólo ellos dos y que el mundo exterior no importaba.

Un celular empezó a sonar, se levantó de la cama para irlo a buscar. El piloto, que apenas despertaba, estiró su mano para buscar el propio, dándose cuenta que era él a quien estaban llamando.

      ───¿Hola?    ───preguntó Carlos, adormilado. Romina, quien ya estaba volteando su almohada en busca de su celular, se detuvo y miró al español con curiosidad.

      ───Sergio, cálmate. No te entiendo si gritas.     ───Sainz se había sentado en la cama y parecía mucho más despierto que antes, inexpresivo mientras escuchaba al mexicano del otro lado de la línea. Romina distinguió que su nombre había sido mencionado en la llamada.     ───Está conmigo, está bien, no te preocupes.         ───y  silencio por unos segundos, seguidos de una serie de preguntas que el mexicano lanzó como si fueran balas: ¿en dónde?, ¿dónde durmió Romina?, ¿por qué no ha respondido ningún mensaje?     ───Mejor te la paso, espera.

Carlos palideció, prefería que Romi fuera quien diera las explicaciones a ser él quien tuviera que liderar con la furia de Checo al enterarse que había dormido con su hermana. No había pasado nada, pero Sainz sentía que se había aprovechado de toda la situación. Le hizo una seña a la actriz para que agarrase el celular que le estaba ofreciendo, ella negó enfáticamente, él insistió y la escena se repitió dos veces hasta que Romina aceptó responder la llamada.

      ───¿Te he dicho que eres mi hermano favorito?     ───sabía que eso no le haría gracia a Checo, pero no estaba de más intentarlo.

     ───Soy él único. Casi me matas de la preocupación, Romina. Mamá dijo que saliste y no llegaste a dormir, no respondes tu celular, te marqué quince veces. Iba a llamar a la policía.     ───la preocupación en la voz de Sergio, hizo que la actitud de la menor desapareciera por completo.

      ───Lo siento... debí avisarles a mamá y a ti. Me pasé de copas.    ───estaba avergonzada, por haber hecho pasar horas de preocupación a su familia y por tener esa plática frente a Carlos. Era de esperarse que estuvieran preocupados, Romina había dejado de vivir en México, yéndose a Los Ángeles cuando su carrera despegó, cuando volvía a su ciudad natal lo hacía quedándose en la casa de sus padres y su madre siempre ponía especial atención en ella, considerando todos los altos y bajos que tuvieron desde que Romina llegó a la vida de los Pérez.

Un consejo de amor | Carlos Sainz + Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora