Gerard estaba ansioso, mirándose una y otra vez al minúsculo espejo del baño, no estaba realmente tan mal, un saco negro, una remera de los Misfits, unos nos tan delicados jeans oscuros, y sus converse negras infaltables. Lo peor de todo - Gerard pudo concluir - era que Frank estaba detrás de su propia pared, era su jodido compañero de piso, como nunca antes quiso recorrer cuadras para saciar su ansiedad. Mostró sus propios dientes al espejo notando que no había nada de qué preocuparse, y con ambas manos peinó su negro cabello hacia atrás para después despeinarse de nuevo. Notó entonces que sus mejillas estaban rojas, a lo cual no tardó en mojarse un poco la cara. Escuchó un golpe del otro lado y se preocupó al escuchar la maldición que reconoció, había salido de la boca de Frank.
Apagando todas las luces de su departamento y sin mirar atrás, cerró la puerta para fijarse en la veintiuno. ¿Estaría listo? Sin preguntárselo más, tocó dos veces rítmicamente, escuchó los pasos que se acercaban, y un Frank completamente sonrojado le abrió la puerta.
Gerard no entendía todos los colores que una persona podría tener en el rostro en un mismo momento. Sus ojos avellana brillaban casi amarillos, sus mejillas estaban rosas, llevaba una camisa negra dejando ver su pecho tatuado hasta por encima del esternón, ambas mangas por los codos, dejando al descubierto más tatuajes, sus pantalones oscuros estaban rotos en las rodillas, y traía unas despreocupadas zapatillas rojas rompiendo con todo el esquema de negro.
-Wau... - murmuró Gerard mirándolo de arriba a abajo. Frank volvió a sonrojarse violentamente, mientras mordía su labio inferior y miraba su propia ropa.
-¿Está muy mal? - preguntó el castaño rascándose la nuca, colocando una mano en su bolsillo, intentando cerrar la puerta. Estaba nervioso, jodidamente nervioso.
-¡No! - levantó su voz, y carraspeó su garganta, mirando las zapatillas de Frank, intentando distraer su hombría, no es que era un tipo que pudiese calentarse así de fácil, sin juego previo, pero éste tipo lo traía loco, ¿cómo es posible sino, que gimiera su nombre estando con una mujer? Gerard estaba bastante asustado, Frank le gustaba y mucho, al ver la cara interrogante de su vecino, contestó - me gusta, me gusta mucho. - antes de que la tensión se llegase a cortar con una mirada, - ¿vamos? - miró los ojos de Frank que sonreían por sí solos. - Hay un lugar que va a gustarte.
Frank levantó los hombros y cerrando la puerta detrás de sí, ambos se encaminaron hacia la puerta, bajando las escaleras.
-¿Comes carne, Frank? - preguntó Gerard cuando abrió la puerta para dejarlo pasar, si iba a llevarlo a donde quería, al manos debía verificar algunas cosas.
-No, uh... - rascó su cabeza y lo miró de soslayo. - En realidad, soy vegetariano. ¿No querrás llevarme a comer animales, no? - preguntó sonriendole, haciendo que Gerard le mostrase su pequeños dientes. Frank necesitaba desinhibirse un poco, odiaba estar tenso.
-Claro que no, - le restó importancia haciendo un gesto con la mano, viendo como la avenida era más concurrida, vio a Frank de nuevo, dándose cuenta que le gustaba su forma de caminar, era un paso firme pero no dejaba de deleitarse con la timidez que Frank poseía, las luces de la noche, de la misma luna y algún que otro farol defectuoso, hacía que todo el castaño brillase al igual que sus tatuajes, - ¿cuantos tienes? - preguntó haciendo referencia a la cantidad de tinta que llevaba a la vista.
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El odio hace al amor |Frerard| Terminado
FanfictionTodos tenemos un vecino molesto, ya sea por los gritos, olor a alcohol o fiestas, ladridos, humedad en la puta pared, televisión muy fuerte o en este caso golpes de cama hacia la pared. Frank no hacía más que dormir cuando un fuerte golpe en la cabe...