Las palabras de Bob II

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A su izquierda un poco más alejado estaba Bob intercambiando unas palabras con un hombre que no logró reconocer por las luces que lo metían en una oscuridad ilusoria porque las luces de neón le distraían, con una última sonrisa Bob palmeó la mejilla del desconocido y prontamente estaba a su lado con una de las banquetas plateadas de asiento rojo en su mano. Bob se sentó a su izquierda con ambas manos apoyadas en sus propias rodillas. Frank tomó una bocanada de aire al ver que el silencio no iba a irse.

- ¿Cómo estás, Frank?

Bob tenía en su voz un deje de preocupación y calidez. Era una voz ronca y comprensiva que salía de una barba que cubría sus labios. La pregunta era fácil.

-Bien... estoy bien. - Frank asintió sintiéndose un poco avergonzado consigo mismo, hacía unas semanas no le veía y no iba a disculparse por irse de Hoboken sin siquiera saludar, por lo que solo atisbó a bajar su mirada hacia sus manos que en algún momento se habían apoyado en la cuerina roja que soportaba su peso.

- No me refiero a eso. - la voz fuerte le hizo pasar la vista a los ojos azulados de Bob. - Todos decimos eso como una costumbre, ¿cómo estás realmente, Frank?

El castaño se quedó en silencio siendo escudriñado por la mirada mayor y bueno, quizás un solo sentimiento pasaba por su cabeza en ese preciso momento. - Decepcionado. - Frank habló sin mirarlo, asintiendo para si mismo. Y mierda que estaba decepcionado, porque no sabía en qué momento estaba siendo otra persona por ¿despecho?¿amor, quizás?

Al parecer algo pasaba en la cabeza del rubio porque después de aquella pregunta había guardado silencio mientras admiraba su propio bar de manera pensativa. Frank se sintió incómodo cuando al bar entraba una pareja de hombres tomados de la mano, sonriendo juntos. 

- Gerard es un idiota. - la voz de Bob le sacó de trance y paseó su mirada avellana por la bola de cristales que colgaba en medio del techo, brillando delicadamente por algunas de las luces provenientes del vacío escenario.

-¿Pero a nadie ha mirado como a mí, en serio? - la pregunta salió de su garganta de manera burlona y gangosa, estaba casi seguro que Bob le diría lo mismo que le había dicho Mikey aquella noche de la tocada. Entonces volteó hacia el rubio de barba que le mirada con una mueca de disgusto. - No me mires así, Bob. - refutó cuando vio que los ojos azules del más grande no iban a salir de sus propios ojos avellana.

-Frank, Gerard jamás ha estado tan comprometido con alguien. - murmuró buscando alguna reacción del castaño que no había movido un solo músculo, Bob recordó aquella charla que había tenido con Gerard en el depósito del bar, ambos no podían ser tan idiotas de perderse. La risa de Frank le rebotó en los oídos llamando su atención, vio sus ojos cristalizarse.

-¿Y si no estuviera comprometido conmigo, con cuántos se acostaría? - preguntó una vez Frank pudo controlar el nudo en su garganta. Dolía, le dolía tanto o más que su cuello casi desgarrado. Aquél nudo en su garganta era insoportable, la mirada azul y acusadora no servía de nada. - ¿Con cuántas personas? - preguntó de nuevo sintiendo de repente, envidia, pero de todas maneras, ¿quién era él para preguntar eso?

-Gerard tiene detrás una gran mierda, Frank, él te quiere y está arrepentido... - Bob le habló como si fuera un niño, de manera cálida y delicada, aquello parecía una gran mentira. - te quiere y no sabe como demostrarlo,  créeme. - el rubio parecía rogarle, ¿y él qué debería pensar? No había visto a Gerard hacía tres días, y tampoco encontró alguna nota en su departamento que le hiciera saber que él le había buscado.

-¿Es lo de su madre? - preguntó en un susurro, inflando sus mejillas para soltar fuertemente el aire después recordando las palabras de Gerard, - ¿es esa mierda?

El odio hace al amor |Frerard| TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora