Secreto

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El lunes, la universidad y su padre se habían ido a la mierda cuando abrió sus ojos al sentir un brusco golpe sobre su nariz. Parpadeó algo confundido ayudándose con su mano para sacar la otra mano que había caído sobre su rostro de manera bruta.

La luz del sol que entraba por la ventana le confundió, después todo llegó a su cabeza. Cheech entrando con violencia al departamento y diciéndole que su madre no estaba en Belleville. Se sentó rápidamente en la cama y miró a su izquierda embozando una gran sonrisa que luego se desvaneció al sentir dolor en su cuello que quiso no tocar. Decidió dejar de darle importancia a aquella molestia para acostarse de nuevo de costado y ver mejor a quien le había estado calmando hasta que los primeros rayos de sol se entrometían entre la blanca cortina del departamento de Gerard, anunciando el comienzo tímido del día.

Su cuerpo estaba despreocupado su brazo izquierdo caía a un costado de la cama mientras su diestra estaba sobre su pálido pecho. Frank se atrevió a mirar los pezones pequeños y sonrosados del pelinegro que en su vientre tenía algunos cabellos que llegaban desde su entrepierna. El castaño pasó una mano por la enredada cabeza de Gerard. Su rostro era quizás lo más único que había visto en casi veinte años. Su nariz terminaba en punta disociando con su fina boca entre abierta que solo dejaba ver el rosado color de su lengua y algunos pequeños dientes. Frank miró los párpados del pelinegro moverse un poco, y jamás vio a Gerard tan tranquilo como aquella mañana. La boca contraria unió sus labios pasando su lengua dejando un poco de saliva sobre su labio inferior. El castaño se acercó hacia su blanca mejilla mientras se apoyaba sobre uno de sus hombros tatuados y conteniendo la respiración se acercó a la boca contraria algo mojada para dejar un largo beso ahí.

Una vez se separó vio la boca de Gerard, como sus labios se unían hacia arriba buscando otro contacto. Frank no era muy fan del aliento a muerto por las mañanas por más que él raramente tuviese y solo de acercó de nuevo con una sonrisa para apoyar sus labios en la blanca nariz respingada haciendo un pequeño chasquido al separar sus labios de allí.

Frank volvió a apoyar su espalda en las sábanas de la cama ajena mirando el techo, manos sobre su estómago acariciando ambas golondrinas a los costados de su cadera. Pensó en Matt, en lo diferente que habían sido las reacciones de su cuerpo teniendo a Gerard encima suyo y las situaciones en las que el pelinegro no se habia... ¿aprovechado?

Bien, podría ser que Gerard de hubiese aprovechado de él alguna vez, su seño de frunció ante el pensamiento repentino, ¿Matt se había acostado con él porque estaba borracho o..?

Frank bufó mirando de nuevo a su izquierda aflojando su semblante al ver la media sonrisa que el pelinegro tenia sobre sus labios al tiempo en que todo su cuerpo dormido se pegaba a su costado, uno de sus largos y pálidos brazos rodeando con pereza su torso. Frank sonrió cuando la mejilla del pelinegro tocó su hombro para quedarse ahí, sintiendo su acompasada respiración chocar en uno de sus botones rosados.

Un pensamiento le hizo sonreír aún más porque cayó en cuenta que Gerard no le presionó para que hablase sobre lo que Cheech le hacía sentir o lo que había pasado, Gerard solo le abrazó y le llevó con él para dormir un rato acompañados.

Con las palabras de la noche anterior rondando en su cabeza, Frank cerró sus ojos importándole muy poco que era lunes en la mañana y él tendría que ir a la universidad o buscar a su madre.

*

El olor a café y una media luz le hicieron sonreír aún con sus ojos cerrados. Escuchó su nombre varias veces ser llamado con calidez cuando una mano tocó su hombro moviendole, abrió sus ojos notando que el pelinegro estaba arrodillado en el suelo frente a él con una sonrisa en su boca y una taza de lo que parecía café humeante. Frank sonrió por la calidez que sentía en su pecho y por aquellos ojos verdes que le miraban con preocupación.

El odio hace al amor |Frerard| TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora