Mikey Way II

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-¡Vamos, vamos! - gritaba el rubio baterista, bajando junto con sus vaquetas de la van. Era ya tarde para la tocada, el camino a Hoboken se había complicado, era un maldito fin de semana. - ¡vamos Mikey, rápido! - gimió estaba empleando todas sus fuerzas al levantar los pedales de su batería, una vez que había abierto las puertas traseras Mikey se acercó a él besando superficialmente sus labios y tomando su estuche negro con algunos nombres de bandas, terminó de ayudar a Bob, sacando algunos platillos que ni siquiera habían podido enfundar y unos cables enteramente enredados.

-¿Te ayudo? - preguntó Frank una vez bajó de la camioneta hacia Mikey este negó y pasó su vista hacia Gerard que se había adelantado al lugar congregado de gente para hablar con el tipo de seguridad, el castaño los observó hablar, el hombre fornido y morocho señaló hacia dentro con una sonrisa, y con un ademán el pelinegro los llamó.

Una vez entraron el olor a cigarrillo lo hizo suspirar tranquilo, y más cuando una mano sobre la suya le tomó por sorpresa - Creí que te había perdido, - susurró Gerard contra su oído estremeciéndolo un poco, Frank se volteó a besar cálidamente sus labios cuando cualquier sonido desapareció de su cabeza, iba a llevar sus manos hacia el embrollo que eran los mechones del pelinegro cuando una voz lo sacó de trance.

-Eh, melosos - llamó Mikey con una sonrisa pícara al ver la sorpresiva cara de su hermano algo sonrojada, y alzó su bajo para mostrarles, - ya tocamos los vemos después, - como apareció se fue caminando atrás de Bob, tratando de no romper su instrumento entre todas las personas que comenzaban a moverse por las guitarras practicando sobre el escenario.

-Mikey es el mejor bajista del mundo entero. - dijo Gerard una vez que lo vio subir a escena, con todas las luces para sus anteojos, - no sé porque sigue usando esas cosas, - señaló sus propios ojos, Frank enfocó toda su atención en el pelinegro que ahora lo tomaba de la cintura y apoyaba todo el pecho en su espalda.

-¿Porque no ve quizás?  - preguntó con algo de ironía tomando las manos que lo rodeaban por la cintura.

-Quizás... - murmuró separándose un poco para mirar a Frank, sus ojos brillaban y sus mejillas estaban sonrojadas, al igual que su pelo su ropa estaba algo desacomodada, y Gerard pensó que jamás había sentido esa sensación fuerte de cariño, ni siquiera con su padre. El pelinegro se asustó al ver que Frank se acercaba de nuevo, hacia sus labios, y sin nada qué decir lo abrazó fuertemente. Pensó que en dos semanas, su corazón latía desaforadamente y su boca decía estupideces que dio, desde un principio como ciertas. Y quizás había plantado erróneamente en Frank algún tipo de ilusión.

-¿Quizás...? - preguntó el castaño alejándose y tomando sus manos finas, mirándole con profundidad, los ojos de Gerard se habían perdido en un momento de confusión. ¿Quería tanto a Frank para dejar la vida que llevaba hasta ahora?

-Que quizás.... - iba a decirle que no quería o más bien, no debían besarse frente a todos, pero la voz de su hermano resonó en todo el lugar, alzó su vista al igual que Frank, y lo vio con una gran sonrisa y el bajo ya posicionado sobre su cuerpo, pasó la vista al novio de Mikey que estaba aún probando el calibre de los platillos, al guitarrista moreno que afinaba su guitarra dándole la espalda a todos, Frank lo reconoció cuando éste dejó ver su cuerpo tatuado y perforado, habían sido amigos en la secundaria pero este se cambió en último año, Joseph Howard había sido un buen amigo. 

-Ésta noche nuestro cantante Matt no ha podido venir, - explicó Mikey ante todas las personas ahí abajo, su cantante estrella había decidido que estaba demasiado drogado como para cantar en Hoboken. - Así que... preparamos una sorpresa y negociamos con los chicos de Mindless Self Indulgence... - los aplausos y gritos hicieron que la voz de Mikey se pierda por algún lugar de su garganta que musitaba los covers de Misfits que esa noche iban a estar presentes, los ojos mieles y los verdes de Gerard se cruzaron, éste sonrió enormemente no específicamente por su banda favorita en el mundo y Mikey desde su lugar rodó los ojos.

El odio hace al amor |Frerard| TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora