Capítulo 22

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Y el karma estalla en tu carita angelical

Sentada en el final de la barra degusto el trozo de tarta de calabaza junto a un café bombón que Yael me sirvió, no quería tomar hoy café, sin embargo, ahora mismo lo necesito. Tal vez no sea bueno para los nervios que el estúpido ese me creó, es que me puso de tan mala leche que no creo que mi cuerpo note la cafeína. Inmersa en mi móvil cotilleo Instagram mientras The Chainsmokers me canta al oído Closer, durante el tranquilo paseo que me di hasta aquí cambié la reproducción. Necesitaba música movida, aunque no tan agitada para caminar sin más, solo lo suficientemente ruidosa para silenciar a mi subconsciente llamándome inhumana por todo lo que le he soltado a Austin. No me arrepiento de lo que le he dicho. ¿Por qué debo arrepentirme?

«Es tu jefe».

Entretenida con el vídeo de un gato que persigue un punto rojo paso de la pesada que habla en mi mente, unos brazos frágiles y delicados a la vez que fuertes me atrapan añadiendo un beso en la mejilla. No me asusto, sé quién actúa siempre así. Esbozando una sonrisa le devuelvo a mi hermana el abrazo igual de intenso, va con su larga melena rubia avainillada despeinada, el color es algo más claro que el de papá. Lleva la ropa a la que está asociada últimamente: unos leggins negros y una sudadera ancha; esta vez de un color beige y unas botas estilo militar. Antes vestía mucho mejor, que no digo que vaya mal, me encanta su nuevo estilo, es un look básico y estiloso para ir cómoda los días más vagos del mundo. Yo también soy asidua a los leggins y sudaderas, pero ella incluso para ir a clases de gimnasia cuidaba hasta el último detalle, en ese aspecto no nos parecemos. A mí muchas veces con ir presentable -y limpia, siempre limpia- me bastaba.

—Por fin te dignas a aparecer —bromeo cuando se sienta en el taburete rojo de mi derecha, bebiéndose mi café.

—Es finde en familia, ¿no? —Aparta sus ojos marrón claro de mí para centrarla en Yael que está en la cafetera—. Me he enterado de tu cita —ríe enseñándome su sonrisa, tan perfecta como la mía. Nuestros padres y el mismo dentista se encargaron de ello.

Obviando su comentario le quito mi vaso y me centro en seguir comiendo el trozo de tarta, enseguida llega Yael con una taza de café solo para ella junto a otro trozo de tarta de caramelo y nata. Amorosamente salvaje se saludan y le da las gracias, no sé si lo pidió al entrar o es que nos conocemos demasiado bien, tal vez ambas cosas. Muchos findes hemos desayunado aquí y siempre pedimos lo mismo.

—¿Has visto cómo era el tipo? —Se ríe Yael apoyado al otro lado de la barra.

—No —dice con la boca llena—, sólo me lo ha contado papá.

—Bocazas —espeto.

Yael juguetea en su teléfono antes de entregárselo a mi hermana anunciando que el chico es todo un show.

—¿Cómo aguantaste toda la noche con este tío? —Greace me muestra el aparato cuando la miro. Están metidos en su Instagram.

—No aguantó —añade Yael quitándome el tenedor para comerse mi bocado—. Vikki la vio irse corriendo con uno —le explica como si yo no estuviera delante.

—Para nada —digo escondiéndome tras el vaso.

—Vio tus zapatos.

—¿Los verdes? —Pregunta mi hermana, Yael asiente dejando el tenedor en el plato—. Pues sí, eras tú.

Sin entrar en detalles les comento que me encontré a un viejo amigo del trabajo, no tienen que saber más, no quiero que sepan más. No quiero compartir todavía a ese desconocido. Intento cortar las burlas hacia Elliot, aunque sea como es se están pasando. Mientras ellos me ignoran y siguen riéndose con todas sus ganas de las fotos, me centro en mis videos de gatitos cuando la presentadora de las noticias de la mañana que se dirige a toda la cafetería desde el televisor colgado en la pared del fondo, anuncia que un nuevo CEO ha adquirido una de las compañías tecnológicas más importantes del país. Miro la televisión de reojo por acto reflejo, al igual que la mayoría de los presentes, ya que no me interesa mucho, cada pocos meses se urden negocios de ese calibre por nuevos empresarios. Hay muchos jóvenes que antes de salir de la universidad han creado una inmensa fortuna y se dedican a comprar empresas a viejas glorias, pero el nombre de la firma enciende mis alarmas, EGOMP, ese nombre lo he escuchado hace poco.

Cuatro son multitud, tres no.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora