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- Tú debes ser el gemelo de mi hijo ¿Cierto? Como te llamas dime...

- No acoses al chico Vanesa

Emile recordó que había un hombre y lo volvió a mirar, él también parece realmente aturdido, su hijo lleva muerto varios años por lo que ver a alguien que luce exactamente igual debe ser algo extraño, Emile sintió empata por ellos rápidamente:

- Me llamo Emile Benette... Un placer

- Emile es un hermoso nombre... ¿Puedo abrazarte?

La mujer tembló, ella parecía estar a punto de desmayarse y Emile se preocupó ella:

- Vanesa...

- Si puede... está bien

Se acercó suavemente como su él acercase rápido lo hiciera desaparecer, Emile tuvo la impresión de que ella había soñado con esto antes porque dudo al tocarlo, él quiso decir "no desapareceré" pero no sintió que fuera un comentario indicado, cuando ella lo sostuvo en un abrazo cálido comenzó a llorar, lloro como solo una madre llora por sus hijos

El hombre a unos pasos atrás esquivo la mirada con los ojos rojos obligándose a sí mismo a no llorar también, Emile le regreso el abrazo a la mujer sin un sentimiento en particular

Si lo pensaba bien al ver a dos padres llorar de esta forma por su hermano sintió algo parecido a la envidia, pero se guardó este pensamiento para sí mismo y dejo que la mujer se desahogaba en sus brazos:

- Señores James...

Una cuarta voz interrumpió la escena, Jules había sentido que Emile había tardado demasiado como para solamente ir al baño y como no era raro que algo le pasara terminó buscándolo, pero no se esperaba ver esta escena:

- Jules tú sabías de Emile? Tú lo encontraste...

- Fue hace poco tiempo...

La mujer no se alejó, siguió sosteniendo a Emile mientras este solo la dejaba ser, pasó un tiempo hasta que finalmente se tranquilizó:

- Estás invitado a nuestra casa ¿Bien? Puedes ir y

- Vanesa!! Él no es Mica ¿Por qué querría ir a la casa de dos desconocidos?

Ambos esposos se dedicaron una mirada, ella pareció realmente lastimada por estas palabras:

- Tiene... Tiene razón lo siento yo... solo quería estar cerca del hermano de mi hijo... es raro lo siento

Emile se sintió incómodo en su pecho al ver la tristeza regresar en los ojos cansados de la mujer:

- Pueden... pueden pasar la navidad en mi casa... si eso les ayuda...

Hablo un poco sin pensar, pero al ver los ojos de ambas personas supo que había dicho lo correcto, Jules lo miró cuidadosamente:

- Harías eso? O chico yo...

- Gracias... este es nuestro número, si necesitas algo no lo dudes y llámanos

El hombre le entrego la tarjeta a Emile quien la tomó con una cálida sonrisa:

- Gracias...

Al final ambos se alejaron un una energía menos melancólica y Emile se sintió extrañamente satisfecho, Jules se acercó a él tomando su fría mano:

- ¿Te sientes bien?

- No lo sé... ¿Hice lo correcto?

Jules sonrió ante esta pregunta y Emile se sintió avergonzado rápidamente al darse cuenta con quién hablaba:

- Ya no quiero volver a entrar...

- Entonces ¿Por qué no nos escapamos?

No quería entrar ni estar con este hombre, pero si pensaba que quería menos era definitivamente regresar por lo que terminó aceptando

Jules camino primero, Emile sintió que la ciudad había cambiado mucho en los cuatro años que estuvo lejos, no reconoció las calles por las que caminaban:

- ¿A dónde vamos?

- Es sorpresa

Solo cuando llegaron al parque Emile lo entendió, prácticamente es el lugar de una de sus primeras citas, ahora no hay una banca por lo que ambos se sentaron en el pasto viendo el cielo nocturno, Jules miró la hora en su reloj:

- Espérame un minuto...

Él se fue, Emile observó el río y recordó que en ese entonces se preguntó si era el inicio o el fin, ahora descubrió que de hecho era el inicio del río:

- Regrese

Emile giro hacia Jules quien le ofreció una soda en lata, él dudó, pero finalmente la acepto y ambos se sentaron sobre el césped viendo las luces de la ciudad:

- Es hermoso...

Jules lo escucho y giro hacia el chico, extraño sus ojos, su cara, su olor, su piel, su voz, todo de él, pero ahora está de nuevo aquí como la primera vez:

- Lo es...

Solo Jules supo que no hablaba de la vista cuando dijo eso, hubo un pequeño silencio, Emile le devolvió la mirada a Jules:

- ¿Por qué aceptaste ver a los padres de Mica? Sabes que no son responsabilidad tuya...

- Tampoco lo sé, es solo que cuando vi los ojos de su madre... creo que recordé los de la mía... eso es todo

Hablo mientras apreciaba la vista y le dio un trago a la bebida, había una paz entre ellos que parecía mágica en los ojos de Jules:

-¿Eres feliz siendo modelo?

- Lo soy... creo que en secreto siempre quise serlo, pero no pensaba ser capaz

Emile se rio de sí mismo al decir eso en voz alta, el sabor fue dulce en su boca, entonces fueron las 12 en punto y observó la luna en trance:

- Emile

El chico escuchó su nombre ser pronunciado con una suave voz y giro como reflejo, Jules sostiene un pastelillo con una vela en el medio:

- Feliz cumpleaños

Sus ojos se pusieron en blanco por un momento y su mente se hizo un lío en tan solo un segundo, viendo la luz de la vela con un sentimiento extraño y de repente sintió que tenía de nuevo siete años, una lágrima se deslizó por su mejilla y la limpio rápidamente:

- Yo...

- Pide un deseo... antes de que el viento lo tome por ti

Emile observó los ojos marinos de Jules con el pecho adolorido, limpio de nuevo sus lágrimas y se acercó cerrando los ojos pidiendo un deseo

Jules tomo una foto justo en ese momento en secreto, el pelinegro abrió los ojos nuevamente y soplo la vela hasta que la luz desapareció para después sostener el mismo el pastel:

- Gracias...

- No lo agradezcas... no merezco que lo hagas

Aún habían algunas lágrimas en las mejillas de Emile quien sostuvo el pastel:

- Deberías darle una mordida, Daniel me ayudo a elegirlo

Dos Veces Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora