↑ Prólogo ↓

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Él aún recordaba ese día.

Humo disipándose densamente en el aire, cenizas esparcidas en el aire y en el suelo, el edor de la sangre impregnándose en sus fosas nasales, armas regadas por el enrojecido suelo de aquel puente, cuerpos inertes ante cada paso se daba y el cielo tornándose rojizo tras haber presenciado la cruel batalla que hace poco se había iniciado.

Terminó de asesinar a un vigilante a todavía se resistía a dejarlo ir, de un certero puñetazo limpio lo dejó en el suelo.

Luego escuchó unas pisadas a sus espaldas y se giró rápidamente, se encontró con dos niñas, su expresión amenazadora logró intimidarlas, pero la mayor de ellas se puso delante de la menor y se señaló a sí misma para después desviar su mirada a todas partes, como si estuviera buscando algo o alguien.

Fue entonces cuando las reconoció.

La mayor, una niña de no más de 11 años, con el cabello rosa y corto, siendo acompañado por unos bellos y determinados ojos celestes; su nombre es Violet. La menor, esa dulce niña que miraba asustada el escenario a su alrededor no contaba con más de 7 años de edad, su cabello rebelde es de un color azul y sus grisáceos dejarían intrigados a cualquiera; ella es Powder.

-¿Dónde están nuestros padres?- se atrevió a preguntar Vi apretando el agarre de manos que compartía con su hermana.

Aquel hombre conocido como El sabueso del subdistrido también buscó a los mencionados con la mirada. Sintió una gran culpabilidad cuando por fin los encontró, la madre y el padre de ambas niñas estaban muertos.

La de cabello rosa fue la primera en romper en llanto, cayó de rodillas, mientras lloraba la muerte de sus progenitores; mientras que Powder se aferró a ella y sollozaba, sintiendo el brazo izquierdo de su hermana rodear su torso en un triste abrazo. El hombre lamentó la pérdida de sus viejos amigos.

Aquella masacre en ese puente que une a Piltóver y Zaun fue su idea, él y su hermano promovieron la rebelión e incentivaron a su gente a pelear una batalla que ya estaba perdida, pero aún así pelearon. Esas niñas y, seguramente, miles de niños más del distrito suburbano crecerán sin sus padres el resto de sus vidas por culpa suya.

-No quise esto.- murmuró mortificado para sí mismo, mientras buscaba a su hermano para asegurarse que esté bien y que nunca más vuelva a suceder una rebelión como esta- ¡No quise esto!- exclamó con más fuerza, quitándose sus aguantes de acero manchados de sangre.

-Pues ya no se puede arreglar.- la voz refinada de una dama a sus espaldas llamó tanto su atención como el de las niñas.

Cuando se dió la vuelta, se sorprendió mucho al ver dos de las personas más poderosas de Piltóver: Cassandra y Tobías Kiramman.

-¿Eres Vander, no? ¿El cazador del subterráneo?- habló el hombre de cabello azul. Vander dió un paso hacia atrás y se colocó frente a Violet y Powder cuando vió a un grupo de vigilantes resguardar a la pareja- Tenemos un trato para ofrecerte.- habló nuevamente con calma.

El aludido frunció el ceño con desconfianza, no pudo evitar pensar en despreciar a esos dos por dejar simplemente que sus vigilantes se maten por ellos y después sólo se atrevan a dar la cara, marchando ligeramente las suelas de sus finos zapatos. Pero luego observó con detenimiento a las hermanas, aquellas que ahora sufrían una gran e irreparable pérdida por culpa de esta guerra.

Guerra que debía detener ahora.

-Los escucho.- habló con voz ronca, casi imitando un gruñido.

La mujer de ojos azules sonrió victoriosa.

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Se aseguró que sus nuevos protegidos ahora descansen en las que serían sus nuevas camas.

↑ La Sheriff y La Jefa ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora