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Piltóver...

-¿Dónde estabas?- fue lo primero que dijo Silco al sentir unos pasos aproximándose por su espalda, no tuvo que voltear para saber de quién se trataba.

La joven soltó una pequeña risa, antes de contestar.

-Por allí y allá. En muchos lados.- respondió risueña abriendo sus brazos.

-Eso ya lo sé.- musitó el hombre entre dientes con enojo, se dió la vuelta lentamente hasta clavar su gélida mirada en la chica a la que acogió como su hija- Te necesito enfocada, Jinx. He tenido muchos reportes que dicen que estás paseando, haciendo travesuras, en vez de seguir trabajando en el arma que te pedí.- informó con voz gutural, salió tan siniestra y detenida que estremeció a la de trenzas.

-¿De qué nos sirve esa estúpida arma?- cuestionó cambiando su semblante a uno molesto- Ni siquiera tengo la fuente de energía que me pides para hacerla funcionar.- se quejó cruzándose de brazos.

-¡¿Acaso nunca me escuchas, niña?!- reclamó Silco pasando sus manos por su oscuro cabello, en señal de frustración- Ya te he dicho que pronto la conseguiremos. ¿Recuerdas al niño que se creía de oro? ¿El amiguito de...?- Jinx no le dió tiempo de terminar su cuestión.

-Ni se te ocurra mencionar a esa asquerosa Vigilante.- bramó irascible.

Silco sonrió de forma perversa ante su pequeño ataque de ira. Sacó una daga que guardaba en uno de los bolsillos de su pantalón y la hizo girar con gracia entre sus dedos.

-Tengo informes que me hacen creer que Jayce Talis es uno de los líderes que hay en esa resistencia oculta en nuestra ciudad.- reveló tranquilo, mientras miraba el movimiento de su arma.

-¿Una resistencia? ¿En contra nuestra?- cuestionó la menor asombrada y aflojando su postura defensiva- ¿Y cuándo pensabas decírmelo?- reclamó frunciendo el entrecejo.

-Cuando tuviera la certeza, pero creo que ya no debo dilatar más mis planes.- contestó simplemente

-Sí, ya no deberías.- murmuró la chica desviando la mirada.

-¿Y eso por qué?- interrogó el adulto y sostuvo su visión en ella, la peliazul sintió los nervios invadiendo su cuerpo, no esperó que la hayas escuchado- ¿Tú sabes algo que yo no, Jinx?- volvió a preguntar viéndola con sospecha.

Dile.

Él no tiene idea de que la sucia Vigilante logró escapar.

Tampoco de que tu hermana volvió y, efectivamente, no está muerta. Sólo te abandonó. Y está de vuelta solo por ella.

Dile. ¡Dile!

-¡No!- gritó cerrando los ojos con fuerza y apretando sus manos en puños. Y fue entonces, cuando dejó de escuchar las voces de sus hermanos resonando en su quebrada cabeza.

-¿No?- repitió Silco, incitándola a contradecirse y esperando otra respuesta, una más satisfactoria.

-Sólo lo dije por decir.- se excusó ella alzándose de hombros- Ya sabes, me acabas de decir que hay una resistencia, ¿no? Pues no sólo están ellos, también están Los Firelights.- recordó moviendo con nerviosismo su flequillo.

-Creí que dijiste que te ibas a encargar de ellos.- señaló despectivo y alzando una ceja.

No puedes.

No puedes dañar a Ekko y eso también te molesta. Eres débil.

Escuchó de nuevo, era solo la voz de Mylo esta vez; gruñó por lo bajo y fulminó a Silco con su mirada, apretó la mandíbula y respondió.

↑ La Sheriff y La Jefa ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora