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Una estridente campanilla sonó y se estremeció, toda la gente a su alrededor comenzó a gritar con más fuerza, mientras el sujeto que la metió a aquel cuadrilátero le indicaba con la mirada detrás de ella.

-¡Espera, no voy a pelear!- le gritó ella de vuelta, pero él se negó.

-Una vez adentro, sólo hay una forma de salir...- le habló otro hombre a sus espaldas, su voz resaltó en medio de todo el bullicio a su alrededor; tragó saliva con dureza antes de girar hacia él- Sales inconsciente o sales muerta.- terminó su frase anterior y Caitlyn retrocedió un par de pasos al verlo tan fornido y grande.

-¡Pero ni siquiera quise entrar!- chilló la piltoviana al verse acorralada entre las riendas del ring- Por favor, usted gana.- pidió, pues sabía que la lucha cuerpo a cuerpo no era lo suyo, le iban mejor las armas a larga distancia.

Sin embargo, aquel hombre no tuvo consideración en su petición y se acercó a ella para empezar la pelea.

-¡No, no, no!- exclamó una angustiada Vi al observar cómo le daban el primer golpe en el estómago a la chica que jamás consiguió olvidar- ¡Tengo que llegar allá!- les gritó a sus amigos en medio del efusivo público.

-¿Por qué?- cuestionó la pelirroja.

-¡Sólo abran paso, por favor!- exigió ella con impaciencia.

Jay fue el primero en reaccionar y acatar lo pedido, empezó a ayudarla abriendo camino entre la gente, mientras Luna sólo caminaba detrás de ellos, molesta por tener que pasar entre toda la multitud e incluso recibir un par de insultos de los más ebrios del lugar. Ambos amigos ignorantes de que la preocupación de la pelirrosa aumentaba con cada golpe que la ojiazul no podía esquivar o bloquear.

-¡¿Qué es lo que crees que haces, Vi?!- le gritó el mismo sujeto que había metido a Caitlyn en la pelea cuando ella llegó a la entrada y se dispuso a subir.

-¡No te metas en mi camino!- respondió ella arrebatándole el rifle y se lo dió a su mejor amigo, quien admiró el arma de tan fina calidad.

Violet ignoró por completo los reclamos del sujeto y se adentró al ring, tomó con brusquedad al luchador por detrás y lo empujó muy lejos de una peliazul que apenas podía mantenerse de pie, ella envolvió su adolorido torso con su brazos y observó lo que estaba pasando. Sus ojos se abrieron ante la sorpresa de ver a la misma mujer que buscaba delante de ella.

-¡¿Pero qué carajos, Vi?!- le reclamó el musculoso hombre.

-Se acabó, tú ganas.- dijo la susodicha.

-No, por supuesto que no. No gano hasta que ella pierda como se debe.- refutó el terco hombre señalando a la joven detrás de ella.

-¿Quieres ganar como se debe? Bien. Ahora tu pelea es conmigo, si ganas te llevas el dinero de tu pelea y lo que yo gané en la mía, ¿te parece?- le propuso tranquilamente, mientras lo miraba con seguridad. El sujeto vaciló un poco, pero volvió a inflar su pecho con orgullo.

-Es un trato, Vi.- aceptó el hombre con un ligero gruñido al nombrarla, después de todo, si la derrotaba iba a ser el mejor peleador del lugar.

-¿Sabes lo que hace?- preguntó una disgustada ojiverde a su amigo.

-Claro que no.- respondió el pelinegro de inmediato y viendo desconcertado a su amiga en el ring.

Arriba del cuadrilátero, el hombre sonrió con arrogancia antes de lanzar su primer golpe, pero ni tuvo oportunidad de tocar el cuerpo de la chica, puesto que la de ojos celestes esquivó muy bien el ataque y se lo devolvió sin ningún problema. Claramente, Caitlyn vió cómo aquella chica, quien quería creer con todo anhelo que se tratara de Vi, tenía el combate perfecto controlado; nunca la había visto pelear de forma genuina, porque sí llegaba a tener ciertas riñas con sus hermanos, pero lo que veía ahora la dejaba completamente asombrada.

↑ La Sheriff y La Jefa ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora