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Cuando Caitlyn llegó a la sala, un par de ojos adultos la miraron con asombro, ella quedó estática sobre su lugar, su corazón comenzó a palpitar desenfrenado y una descarga de alivio estremeció su cuerpo al verlo sano y salvo.

-Estás bien.- fue ella quien habló primero.

-Estás de regreso.- contestó de inmediato su padre, antes de correr hacia ella y estrecharla entre sus brazos, la menor no tardó en corresponder y sólo así su corazón dejó de galopar- ¿Dónde estabas? ¿Por qué te fuiste sin decirme nada? ¿Acaso no pensaste en lo angustiado que estaba en estos días? Cait, eres lo único que me queda...- Tobías iba a seguir reclamándole, pero la chica se separó del abrazo y acunó su rostro con sus manos, mientras le lanzaba una mirada de súplica para que deje de hablar.

Sin embargo, fue demasiado tarde, aquellas últimas palabras fueron escuchadas por Vi, quien llegaba con los demás al lugar del encuentro y una pizca de sospecha avivó en sus ojos.

-Estoy bien, papá.- aseguró la Vigilante, pero su progenitor lanzó una mirada a la venda ensangrentada envuelta en su muslo izquierdo- No es nada, solo te pido que me ayudes a sacar algunos pedacitos que aún quedan.- añadió con una sonrisa para calmarlo.

Viktor alzó un botiquín de primeros auxilios en su mano y Tobías asintió, ayudó a su hija a sentarse, mientras él se preparaba y, a la vez, se percataba del resto de personas que los acompañaban. Su mirada se encontró con la de Violet y no pudo ocultar su asombro al reconocerla, se abstuvo de dirigirle la palabra, ahora lo que le importaba era ayudar a la única familia que le quedaba. No obstante, la pelirrosa pudo percibir la carencia del usual brillo que llevaba el mayor de los Kiramman en los ojos.

-Sigues sin decirme por qué no me dijiste que ibas a salir.- habló de nuevo el hombre, mientras con una pinzas médicas sacaba el metal incrustado en el muslo de su hija.

-¿Ibas a dejarme salir?- respondió ella con sarcasmo.

-De todas formas te hubieras ido.- contraatacó con una triste sonrisa adornando sus resecos labios- Está un poco infectado, pero nada que una buena ducha y un poco de alcohol no puedan resolver.- informó una vez terminó con pericia su labor.

Un enojado gruñido resonó en el lugar.

-Si hubieran quitado todas las piezas, en vez de traerla con ellas, tal vez las heridas no se hubieran infectado.- les reclamó Jayce observando al trío de zaunitas.

-Oye, ni siquiera sabes qué fue lo que pasó.- contestó el pelinegro entre dientes y tensando su mandíbula.

-Al parecer, sigues siendo un imbécil que sólo juzga por apariencias.- musitó Vi con rabia- Los Firelights nos ayudaron a quitar las piezas superficiales, porque no tienen los implementos para ayudar con las que penetraron en mucha piel. Si se las sacábamos con lo que teníamos, le hubiéramos hecho más daño del que tenía.- se defendió y, si las miradas pudieran matar, Talis ya no tendría vida.

-¡Suficiente!- Caitlyn alzó la voz y endureció su mirada para ambos- Voy a darme una ducha y sugiero que ustedes 3 hagan lo mismo, mi padre los guiará a sus habitaciones, ahí tienen un baño propio y ropa en mis cajones.- les indicó con autoridad.

-¡Mierda!- exclamó Jayce, mientras se iba enfurecido a la cocina y era seguido por Viktor.

Luego el señor Kiramman le hizo una señal a Jay, Luna y Vi para que lo sigan, pero antes de que esta última pueda dar un paso, una delicada mano roza la suya y desvía su rostro hacia Caitlyn, quien la miraba con las mejillas sonrojadas tenuemente.

-¿Tú puedes esperarme en mi habitación?- le cuestionó en un hilo de voz y la aludida no pudo ocultar la sorpresa surcando su expresión.

-Por supuesto.- contestó ella de la misma manera, no porque quisiera guardar discreción, sino porque aún estaba atónita ante su petición de que su voz parecía haberse perdido en su garganta; sin mencionar el abrupto detenimiento de sus latidos que la paralizó unos breves segundos.

↑ La Sheriff y La Jefa ↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora