PROYECTO ARCANO: LA VIDA Y LA MUERTE.

14 1 0
                                    

      A la mañana siguiente Jessica fue a la mansión Arcano, al no ver a su amigo allí fue directo a la vieja casa abandonada encontrándose a Tahiel tirado en el suelo, dormido.

—Eu... —tocando su hombro— Eu Tahiel despierta, ¿Acaso bebiste? 

—Déjame, por favor —susurró él.

—¿Qué te sucede? Tahiel... —lo tomó de los brazos y lo arrastró como pudo hasta sentarlo entre el suelo y la pared.

—¿Acaso una persona puede arruinar tanto tú vida? 

—¿Qué dices? 

—Por la maldita culpa de mi maldito hermano, ahora mi madre está muerta, la vi caer y estrellarse contra el piso.

—Eso es terrible... —abrazándolo fuertemente.

—¿Y tú qué haces aquí? 

—Descuida, no se compara con tus problemas.

—Tus ojos están hinchados y rojos, ¿Has llorado? 

—Los tuyos igual bobo —golpeando su brazo.

—Al menos iré a su funeral y me podré despedir, Mi hermano debería estar ahí! —volviendo a llorar.

—Pero ¿Por qué tu hermano? no comprendo.

—Matías y Paula son amantes y no desde ahora sino desde que sufrí ese accidente, todo fue manipulación de Paula porque odiaba a mi madre, al menos eso oí desde arriba, si mi hermano no se hubiese metido con ella, nada de esto hubiera sucedido.

—Es increíble, tú hermano y mi hermano son detestables... ¿Ahora qué harás? 

—No lo sé... voy a esperar a que pase el duelo y luego tendré a Matías Arcano comiendo de la palma de mi mano, será mi esclavo.

—Hay una manera... 

—¿Cuál? 

—¿En serio quieres destruir a los Arcano? 

—Sí.

—Perfecto, habla con Vertuchzi 

—¿Quién es Vertuchzi? 

—El hombre que quiere la cabeza de Claudio Arcano, el suele estar con sus hombres en el galpón abandonado cerca de la herrería, ve a hablar con él.

—Sin Claudio, Matías quedará sin rumbo —sonrió.

—Oye... antes de irte dime algo.

—¿Qué cosa? 

—Si ésta... si ésta fuera la última vez que me vieras, si yo... ya mañana no esté aquí ¿Cuáles serían tus palabras? ¿Cuáles serían las últimas palabras para mi? 

—¿Por qué dices eso? —colocando una mano en su frente— ¿Te sientes bien? 

—No tengo fiebre Tahiel, sólo responde.

—No lo sé... que eres una gran amiga.

—¿Me pedirías qué me quede? 

—No, sí, no lo sé, Ash! ¿De qué hablas Jessica? 

—De nada, olvídalo.

—Estás extraña.

—Todos tenemos algo de extraño, ¿No? anda, ve, no quiero que pases todo el velorio aquí.

—Adiós —abrazándola— te veo al rato.


     Caminó hasta el cementerio, había pasado por una florería y comprado un ramo de girasoles, los favoritos de Carla.

ARCANO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora