OJO POR OJO

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     CINCO AÑOS DESPUÉS: 

    El tiempo pasó mucho más rápido de lo que Tahiel pensaba, cuando todo acabó para él, ese día Vertuchzi lo adoptó como su hijo por dos motivos, en primer lugar, porque gracias a él Vertuchzi se convirtió en el único mafioso del país, además de tomar a los hombres de Claudio luego de su fallecimiento.

     Sí, Claudio Arcano había muerto, según Alessandro fueron tantos disparos luego del primero que sólo tenía una opción... morir.

     En cuanto a Matías, él también recibió varios disparos, pero eso no era todo con él, a los dos años después de esto él había quedado a cargo de la mafia Arcano, pero sufrió una enfermedad la cual le impidió el poder tener hijos o un sucesor de su misma sangre, Arcano se tuvo que volver a construir tanto en la mafia como su jefe, emocional y físicamente. 

    En cuanto a Tahiel, él ya tenía veinte años, estudiaba en la Universidad para ser médico cirujano y vivía solo en un departamento con Salí, el ahora su mejor amigo, Salí trabajaba para Alessandro y practicaba box por las noches.

     Pero volvamos con lo de Tahiel y Alessandro.

     Recuerdo del día de la salida de Tahiel de la mansión Arcano:

     Él se encontraba asentado junto a Salí cuando el automóvil comenzó a arrancar.

     Durante el camino Tahiel sacó una fotografía de adentro de uno de sus cuadernos, una en la que estaban Carla y Hugo a cada lado y él y su hermano abrazados, recordó que esa foto se las había tomado una vecina, el día en que ellos asistieron a una feria barrial, una lágrima cayó ligeramente de su ojo hasta la fotografía, Salí estaba profundamente dormido con su boca abierta, por lo que se permitió llorar en silencio, todo lo que estaba pasando le dolía y mucho, en esa imagen se veían tan felices, tan unidos, eran pequeños pero era tan grande el amor que sentían el uno por el otro, pero debía caer en noción de que el hermano había muerto, de que el Matías que él entregó a las manos de Vertuchzi, no era el mismo Mati que alguna vez lo cuidó, no era él.

     Poco a poco y en medio de un ronquido Salí despertó, no porque quisiera, si no porque el auto frenó de golpe.

—Hombre bruto conduce bien! —gritó Salí a lo que el conductor le respondió mostrando su dedo del medio— Oye ¿Qué tanto miras eh? —viendo a Tahiel.

—Nada, sólo una fotografía de mi familia —respondió Tahiel en voz baja sin dejar de mirarla.

—¿Los extrañas? 

—Mucho.

—Puedes decirle al señor Vertuchzi que quieres ir con ellos.

—No puedo... todos murieron, estoy solo y me peleé con Jessica, ¿Puedes creer qué no tengo ni una foto de ella para recordarla? 

—¿Es tú novia? ¿También murió?

—No —rió un poco cabizbajo— para ser honesto no sé como ni donde estará ahora, desconfié de ella, bueno en realidad ella me mintió y yo decidí alejarme de ella, pero ahora la necesito conmigo, ella es mi única amiga... o era, con todo lo que le dije probablemente no me quiera ni ver.

—Ay amigo... sabes, puedes contar conmigo para... —pero fue interrumpido por el frenado abrupto por el auto nuevamente— Qué te partiré la cara! 

     Pero el conductor volvió a enseñar su dedo del medio.

—Ya déjalo —dijo Tahiel.

—Pero es qué está loco! Un día ese bueno para nada nos va a matar! 

    El conductor bajó del automóvil y le abrió la puerta sólo a Tahiel, Salí bajó después de él refunfuñando.


     Dos hombres que estaban de pie junto a la puerta, cedieron el paso a Tahiel directo a la  mansión de Vertuchzi.

—El señor lo espera en su oficina —le susurró uno al oído.


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