Capítulo 2

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Capítulo dedicado a: Syreydirs, AgustinaDiaz599, Angel_de_plata, mikuoxmiku, BlueSky0906, minasato1412, seleathy2104, ChroneliaCid, YuiNatsume09, fantasia104, FatimaRiveraDelta y Kurai_yoru_ari, quienes votaron el capítulo anterior. ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!! realmente me hacen muy feliz y me dan ánimos de seguir escribiendo 😄

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Se siente cansada, y el solo pensar que todavía faltan tres colegios por visitar, pareciera drenarle las energías. ¿Pero cómo no estar cansada si una noche antes no durmió nada?

Y es que, el solo cerrar los ojos era un suplicio. El ver aquellos ojos, incluso el percibir el aroma a muerte...

Ha decidido no hablarlo con sus santos, ha decidido esperar hasta que el momento llegue. ¿Qué otra cosa puede hacer si no esperar?

El automóvil se detiene, y nuevamente esa máscara de sonrisas y amabilidad es puesta para ocultar el horror, el terror que, desde que aparecieron esos ojos dentro de sus sueños, la han atormentado.

Las palabras del hombre frente a ella comienzan a adormilarla, ni siquiera sabe qué le dice, ella solo asiente y sonríe cuando es necesario. Quiere que todo acabe para llegar a la mansión y meterse en la amplia bañera, perderse entre sus aguas perfumadas por una hora, dos si se puede; lejos de todo.

Quiere olvidar por un momento quién es y la carga que yace sobre sus hombros; algo que ella no pidió, algo que ella no deseó.

El viaje comienza de nuevo, el ciclo se repite. Sonrisas, amables palabras, asentamientos de cabeza, y largas y largas charlas que tiene que escuchar, aunque ya la aburran.

¿Hasta cuándo?

El auto se detiene. Un respiro, un momento de tranquilidad, al menos hasta que todo comience... de nuevo.

—Esta es la última parada del día —informa Tatsumi que comienza a revisar los papeles que tiene en la mano.

Pero Saori pareciera no escuchar, toda su atención está en el exterior. Los tres santos intercambian miradas, los tres preocupados por aquel inusual comportamiento.

—Señorita. —llama Tatsumi, y Saori, soltando un pesado suspiro, voltea a verlo.

—Dime.

—Si quiere podemos dejarlo para mañana. —menciona Tatsumi que al igual que los santos a su lado, se ha percatado de aquel sombrío y melancólico humor que Saori tiene. Después voltea a su izquierda, hacia el exterior contrario de dónde Saori ha mantenido su vista desde que salieron de aquel importante colegio al que han visitado. Una sonrisa se dibuja en sus labios—. Mire, podemos detenernos a tomar algo ahí —dice señalando una cafetería de donde un joven ha salido—. He oído que los postres que sirven son lo mejor de los alrededores.

Saori vuelve a suspirar y voltea hacia la dirección que Tatsumi ha señalado, pero ni siquiera lo mira. No, toda su atención ha sido robada por aquel joven que sostiene un enorme bulto sobre su hombro. Los tres santos al percatarse de aquello voltean también y lo ven. Cabello de un inusual plateado, ojos cerrados que son abiertos de repente dejando ver un inusual amatista, y una piel que, a pesar de lo pálida que es, le da un aire de misticismo. 

—Es... es imposible —murmura Saori, sorprendida a más no poder. Rápidamente, abre la puerta del automóvil sobresaltando a los santos, pero cuando estos voltean a ver a la diosa, Saori ya está cruzando la calle.

Sin embargo, cuando Saori llega a las afueras del establecimiento, aquel joven ha desaparecido.

—¿Zero? —pregunta una chica que en esos momentos va saliendo de aquella cafetería—. ¿Dónde te metiste? —pregunta Yuuki más para ella mientras se agacha para ver las cosas que Cross les ha pedido comprar y que ahora yacen tiradas en el suelo. No obstante, aquel escalofrío que recorre su espalda le da la respuesta, lo que la obliga a levantarse de golpe—. ¡Zero! —grita antes de echarse a correr.

—Zero —repite Saori.

—¿Ocurre algo Athena? —pregunta Milo, mientras observa, igual que Saori, aquel lugar por donde Yuuki ha desaparecido. Pero Athena no responde, aprieta los labios al mismo tiempo que una luz de esperanza comienza a iluminar ese oscuro futuro que se aproxima.

—¿Athena? —vuelve a preguntar Milo.
Saori sacude la cabeza antes de girarse y regresar al automóvil.

—Tatsumi, quiero que busques a todo chico que viva en esta región y que responda con el nombre de Zero.

—¿Por qué? —pregunta este, que al igual que los tres santos dorados la mira confundido.

Saori aprieta los labios, después suspira y regresa la mirada a aquel establecimiento.

—Ese chico...—Saori, una vez más, sacude la cabeza. ¿Sería posible que tuviera tan buena suerte como para evitar la guerra que se avecina? Ella duda que sea así, pero si hay tan siquiera una posibilidad...

—Quiero fotografías y todo lo que puedas encontrar —dice, evadiendo la pregunta que le han hecho—. Necesito... necesito cerciorarme de que realmente sea ella.

Sin decir más, Saori vuelve a tomar la misma pose que tenía momentos antes, codo recargado sobre el posa brazos del automóvil, y mentón descansando sobre el dorso de la mano. Aun así, para sus santos no pasa desapercibido aquella mirada que, aunque es ligera, contiene un atisbo de esperanza.

Entre vampiros y dioses (Saint Seiya x Vampire Knigth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora