Entre vampiros y dioses (Saint Seiya x Vampire Knigth)

Capítulo 22

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El camino hacia la gran casa donde se llevara a cabo la reunión, es en completo silencio y a bordo de una lujosa limosina. En los asientos traseros van sentados Zero, Poseidón y Pandora y frente a ellos los vampiros que van custodiados por Aiacos y Sorrento, uno a cada lado de los vampiros.

—El primero en entrar será Zero —menciona Poseidón—, seguido de Aiacos, Pandora y Sorrento. Al final entrarán ustedes. Cuando lleguen frente a mi hermano, que seguramente estará junto a mis hermanos, se hincaran. Eso va también para ti, Zero.

—¿Por qué tenemos que hincarnos? —pregunta Aidou molesto ante aquello.

—Al menos que quieran que mi hermano se enoje, no lo hagan. Él es… muy especial en esto. Tu lo conoces, Zero, entre mas le besen y alaben su real trasero, estará contento. Eso no excluye a sus hijos, y por ende a ustedes tampoco. En especial cuando ustedes no son bien vistos por él, y mucho menos por Hades, mi otro hermano.

Aidou y Kain intercambian miradas; con aquella información comienza su misión.

Al llegar a la gran casa son recibidos por Saga, que es el encargado de abrir la puerta de la limosina. El primero en salir es Poseidón que no se detiene a esperar a Zero y a los demás. Después le siguen Zero, Pandora, Sorrento y Kain, pero cuando Aidou esta a punto de salir, es detenido por Aiacos quien lo toma del brazo.

—Has lo que te pidieron. Híncate ante quien se encuentre en ese lugar, y por nada del mundo, llames la atención de nadie ahí dentro.

Entonces Aiacos lo suelta y es él, el que sale del auto.

Al salir lo primero que ve Aidou es a Saori Kido en la puerta, quien saluda a Zero con alegría. Zero no se queda atrás pues la sonrisa que en ese momento tiene en sus labios es una que jamás había visto. Es como si Zero en ese momento fuera otra persona, y no el estoico prefecto que ha conocido durante todos esos años.

—Síganme —pide Saori, que con una señal con la mano muestra la dirección hacia los cuatro dioses olímpicos que esperan su llegada, y como Poseidón ha pedido, los recién llegados se hincan ante ellos, mientras que la diosa de la guerra y sabiduría espera pacientemente a que Poseidón salga también. Después de todo, aquel asunto solo les concierne a Zero, Hades, Deméter y Zeus

—Bien, hermano, mi misión ha terminado, si ya no necesitas nada de mi, me retiro.

Zeus asiente sin quitar la mirada de Zero, mientras que Poseidón se despide de sus hermanos.

—Suerte —dice el dios de los mares a Zero, que todavía esta hincado ante los dioses olímpicos, esperando a que le permitan levantarse—. Sorrento —llama, y el general marino se levanta, hace una reverencia y sale siguiendo a su dios. Y solo hasta que la puerta a sus espaldas se cierra, Zeus les permite levantarse a Zero y sus acompañantes.