Capítulo 20.

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"Nunca imaginé que quisiera entregar mi corazón a alguien, hasta que me encontré contigo, y ahora deseo que sea tuyo para siempre." Nayeli Cruz.

Sara Smith

Liam se ausentó durante todo el día, por lo que recurrí a Claudia, su mejor amiga, quien respondió mi llamada y me informó que él no se encontraba bien. No especificó la causa o lo que le había ocurrido. Simplemente mencionó que no se sentía en condiciones para tomar la llamada. No quise presionar más y le indiqué que se comunicara conmigo cuando estuviera listo, asegurándole que estaría allí para él.

Pasé la mañana intentando hacer algo productivo en mi departamento, pero lo único que se me ocurrió fue cocinar. Una hora después, preparé algo que sabía que le encantaría a Liam. Algo que sé que adora.

Me dirigí a mi habitación para cambiarme y, una vez lista, tomé mis cosas y me dirigí a su departamento, que prácticamente era un penthouse. Al llegar a la puerta, toqué, pero no obtuve respuesta. Tocando nuevamente, ocurrió lo mismo, así que decidí hablar.

—Liam, te traje tortitas. Claudia me dijo que estabas un poco mal. ¿Estás ahí?

Continué tocando el timbre y finalmente la puerta se abrió, revelando a un Liam con semblante triste.

—Hola, cariño —susurro, y le regalé una sonrisa.

—Hola, señor garrapata —respondí, poniendo los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza.

—¿Te apartarás de la puerta o qué esperas? —me miró con una sonrisa de lado.

—Un beso antes de dejarte entrar, ¿no? —pregunto.

—No —murmuré, levantando la barbilla.

—Entonces te quedarás ahí afuera.

—Ugh, loco —me acerqué a él y le di un beso.

—Pasable.

—¿Pasable?

—Sí. —me acerco y le doy otro beso. Él me toma de las caderas y me acerca a él. El beso es húmedo y delicioso. Me separo buscando aire.

—¿Ahora?

—Mucho mejor. Ahora puedes pasar. —intento pasar, pero no me deja—. Tortitas primero.

Pongo los ojos en blanco y le entrego la bandeja donde están las tortitas. Paso a su departamento, él no quiso contarme nada. Yo le dije que cuando estuviera listo, lo escucharía, y él asintió. Pasé un buen rato con él y Marcos, quien llegó tiempo después.

Nos reímos del dichoso chisme que Marcos traía de la clínica.

—El chisme alimenta mi alma —dijo Marcos con una sonrisa mientras se sentaba en el sofá frente a nosotros.

—Todo alimenta ese hoyo negro, Marcos. —Un cojín aterriza en la cara de Liam y Marcos se ríe.

—No tengo un hoyo negro, mi alma es la más pura —dijo Marcos con orgullo.

—De puro no tienes ni un solo pelo —murmuró Liam y rodó los ojos.

—Bueno, al final despedirán a la doctora. Estaba con un alumno en su oficina, muy poco ético eso. En fin, quién soy yo para juzgar.

—Según tú, nunca juzgas, Marcos. Aunque ahora que lo pienso, tú te acostaste con esa doctora primero, hipócrita —Marcos sonríe como un niño pequeño con un dulce.

—Tienes razón, pero en mi defensa, yo sí soy mayor de edad —respondió con sarcasmo.

—Siempre encuentras una excusa para justificarte, idiota.

Lazos Tentadores (+18) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora